17 de septiembre de 2012

«Por qué el sexo con animales es una violación de sus derechos»



«Por qué el sexo con animales es una violación de sus derechos»

Tom Regan

Agosto 2013

En el año 1975, el filósofo Peter Singer publicó «Liberación Animal». Este libro fue —y sigue siendo— calificado como "la biblia del movimiento de los derechos animales".

Este hecho es desafortunado. No solamente se le concede a ese libro un estatus que no le es propio, sino que también le reconoce a Peter Singer una autoridad que no merece.

La filosofía de los Derechos Animales

El movimiento de Derechos Animales es abolicionista en su esencia. En el corazón de la ideología del movimiento está la defensa de derechos morales fundamentales. Lo que de verdad importa es que tanto humanos como otros animales sean tratados con respeto; y no qué consecuencias beneficiosas se consiguen no respetándoles. "El fin no justifica los medios" es una verdad moral que existe más allá de los límites de nuestra especie.

La filosofía de Peter Singer

Todo esto es rechazado por Singer. Como utilitarista que es, él cree que lo correcto e incorrecto depende de cuanta satisfacción [placer, bienestar] se derive nuestros actos. Una perspectiva que le conduce a aceptar muchas actividades que los defensores de los Derechos Animales rechazan.

Por ejemplo, según el utilitarismo, en principio no hay nada malo en criar animales para usarles como comida. Si los animales esclavizados tienen una buena vida, y se les mata "humanitariamente", y son reemplazados mediante el nacimiento de otros animales, que serán tratados de la misma manera, entonces se está maximizando la satisfacción, y por lo tanto nada malo hay en ello.

La postura de Singer acerca de la zoofilia

Nunca antes había sido tan importante hacer notar la abismal diferencia que separa al autor de Liberación Animal de la filosofía de los Derechos Animales. En una reciente entrevista, Peter Singer explica que, según su punto de vista, tener sexo con animales no tiene por qué ser algo malo.

Por supuesto, si la práctica sexual implicara crueldad con los demás animales entonces sí está mal. Pero Singer recalca que "tener sexo con otros animales no siempre implica crueldad". De hecho, cuando se practica "en privado", las "relaciones [sexuales] mutuamente satisfactorias" entre humanos y otros animales se pueden llevar a cabo. En estos casos, acorde con su filosofía utilitarista, Singer no encuentra nada malo en ello.

Por qué la zoofilia está mal

Ningún defensor serio de los Derechos Animales puede estar de acuerdo con esto. Y no puede estar de acuerdo porque nadie acepta el utilitarismo de Singer como criterio moral. Tal y como señalé al comienzo, para un defensor de los derechos animales no sólo importan las consecuencias.

Consideremos el sexo con niños. Los partidarios de los Derechos Animales no dirían que si sucede "en privado" no encontrarían que hubiera nada malo en la "relaciones [sexuales] mutuamente satisfactorias" entre adultos y niños. Al contrario, diríamos que sí hay algo que está mal en llevar a cabo ese tipo de actos.

Un bebé no puede dar su consentimiento explícito. Un bebé no puede decir "sí" o "no". El contexto de esta situación implica que las relaciones sexuales con niños sean forzadas, deben ser llevadas a cabo sin su consentimiento, por lo tanto son moralmente erróneas.

La zoofilia no es diferente. Un partidario de los Derechos Animales no puede decir que si se hacen "en privado" no hay nada lo malo en que los humanos tengan "relaciones [sexuales] mutuamente satisfactorias" con otros animales. Al contrario, diremos que hay algo que está mal en ese tipo de actos.

Un animal no puede darnos su consentimiento explícito. No puede decirnos "sí" o "no". El contexto de la situación implica que la relaciones sexuales con otros animales sean forzadas, deben ser llevadas a cabo sin su consentimiento, y por tanto son moralmente erróneas.

No se trata de mojigatería sexual

Quienes defendemos los Derechos Animales no estamos incurriendo en un prejuicio irracional motivado por tabúes sexuales o reflejando nuestra mojigatería acerca del sexo. Tener "relaciones [sexuales] mutuamente satisfactorias" es uno de los mejores placeres de la vida. Ciertamente es una de las mejores actividades para todos aquellos que estén capacitados para dar su consentimiento informado, a favor o en contra. Pero el fin de conseguir satisfacción mutua nunca justifica utilizar el medio de la coerción sexual.

Así que antes de permitir que caigan sobre nosotros vergonzantes críticas e insultos por culpa de las ideas de Peter Singer acerca del sexo con otros animales, dejemos esto muy claro: Peter Singer no habla en nombre de los Derechos Animales, ni en el nombre de quienes los defendemos.

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Texto original en ingles: Why Sex With Animals Violates Their Rights 

12 de septiembre de 2012

Somos omnívoros


Es una cuestión muy debatida, sobre la que se ha discutido mucho, si los humanos somos omnívoros o carnívoros o herbívoros. A veces se apela a nuestra condición de omnívoros —o de supuesto carnívoros— para intentar justificar el hecho de que comamos animales. Del mismo modo, otras veces se apela a nuestra supuesta condición de herbívoros para alegar que no deberíamos comer animales.

Aquí vamos a intentar analizar de manera breve si ese argumento justifica que comamos animales.


Somos omnívoros


Creo que es importante tener claro que la condición de herbívoro o de omnívoro o de carnívoro es antes de nada una condición fisiológica.

Sin embargo, los humanos no somos fisiológicamente carnívoros ni tampoco somos herbívoros. Está científicamente probado que los seres humanos somos omnívoros

El ser humano es omnívoro porque posee de hecho la capacidad fisiológica de digerir y asimilar sustancias de origen animal.

Si no fuéramos omnívoros no podríamos vivir comiendo animales, pero es un hecho que los humanos llevan haciendo esto desde hace muchos miles de años.

Apelar a la naturaleza no es un criterio moral

Hay un argumento que sostiene que comer animales es 'natural' para los seres humanos. Esto es, sostienen que hemos evolucionado para comer animales y que comer animales es lo que la naturaleza 'quiere' para nosotros. Dicen que no comer animales es actuar en contra de lo que nosotros fuimos diseñados para hacer y, por tanto, la idea de que no deberíamos usar animales como comida no puede ser correcta. Si hemos evolucionado para ser humanos que poseen ojos, entonces decir que tenemos la obligación moral de cubrir permanentemente nuestros ojos, y no usar nuestro sentido de la vista, sería considerado de manera razonable como un error.

Ahora bien, intentar justificar algún tipo de acción o conducta —por nuestra parte o por la de otras personas responsables de sus actos— simplemente alegando que es 'natural' resulta en un argumento que si fuera correcto en realidad valdría para justificar moralmente cualquier cosa. Señalar que si tenemos colmillos, o que si somos omnívoros, justifica comer animales, ya que es algo 'natural', sería equivalente a suponer que si los varones tienen pene entonces no habría problema moral en que violaran a las mujeres, puesto que tener relaciones sexuales —al igual que comer animales— también es algo 'natural'.

El hecho de que podamos comer animales no sustenta la conclusión de que hacerlo esté moralmente justificado, del mismo modo que nuestra capacidad de poder usar la violencia no sustenta la conclusión de que la violación —o cualquier otra forma de violencia— esté moralmente justificada. El solo hecho de que podamos hacer algo no es relevante para decidir si es moralmente aceptable o si deberíamos hacerlo.

Desde una perspectiva ética, el hecho relevante no es que seamos omnívoros sino que somos agentes morales. Ésta es la característica relevante en el contexto ético. Esto significa que somos capaces de razonar moralmente. Los agentes morales tenemos la capacidad de discernir entre el bien y el mal; y podemos actuar de acuerdo a normas morales.

Otros animales no pueden ser agentes morales puesto que no tienen capacidad alguna de comprender la dimensión moral de su conducta. Nosotros sí disponemos de esa capacidad. Por lo tanto, tenemos el deber de vivir de acuerdo con normas éticas, basadas en la lógica, que regulen nuestra conducta.

Comer humanos no es biológicamente distinto de comer animales

Si el hecho de que seamos omnívoros justificara que usemos animales de comida entonces también justificaría usar de comida a otros humanos —que biológicamente también son animales. De los humanos podríamos obtener carne y leche y otros productos que obtenemos a partir del uso y matanza de animales.

Por tanto, al intentar justificar el consumo de animales estaríamos justificando al mismo tiempo que no habría problema moral en que otros humanos nos usaran de comida. El argumento de que somos omnívoros avala el canibalismo.

El prejuicio del especismo que rige nuestra mentalidad no permite darnos cuenta de lo absurdo de la perspectiva de pretender justificar el consumo de animales alegando que somos omnívoros.

No estamos obligados ni condicionados a comer animales

Los humanos hemos evolucionado como seres omnívoros. Podemos comer animales y vegetales. Pero esto sólo significa que hemos evolucionado como seres que pueden elegir lo que comemos y que contamos con la opción de vivir alimentándonos exclusivamente de productos vegetales.

Lo razonable es concluir que el hecho de ser omnívoros no justifica consumir animales. Es un hecho comprobado que podemos alimentarnos, y vivir en general, sin explotar a otros animales. Ningún rasgo fisiológico nos impide llevar una alimentación vegana saludable.

Así, el hecho de que seamos omnívoros no implica en ningún caso que estemos fisiológicamente obligados a comer animales ni nada que proceda de ellos. Sólo implica que podemos hacerlo —podemos digerir sustancias de origen animal— pero no significa que debamos hacerlo o que estemos biológicamente obligados a hacerlo.

Incluso aunque fuéramos carnívoros y pudiéramos vivir en base a algún tipo de alimento preparado sin sustancias de origen animal, esto es lo que deberíamos hacer.

Por tanto, el hecho de que seamos omnívoros no implica de ninguna manera que nuestra conducta deba ser omnívora. Podemos, y debemos, alimentarnos mediante una dieta que no implique usar a nadie como comida. Precisamente porque somos omnívoros podemos vivir sin comer a otros animales.

8 de septiembre de 2012

La importancia de la teoría



Es probable que todos en algún momento nos preguntemos si quizás no estamos malgastando inútilmente nuestra energía cuando dedicamos parte de nuestro tiempo a cuestiones teóricas en lugar de enfocar nuestras acciones en actividades aparentemente más prácticas como salvar las vidas de personas.

Este cuestionamiento es muy lícito. El problema surge cuando se pretende utilizar este argumento para rechazar la propia reflexión, el diálogo y el debate y, por extensión, cualquier actividad que sea netamente teórica.

Muchos activistas están convencidos que "hay que actuar ya" del modo que sea, que lo único realmente importante es la acción externa sobre los problemas, sin importar ningún otro factor. Esta tendencia se ha diagnosticado como sobreestimación de la acción:

«En algunos casos se entiende el activismo como una sobreestimación exagerada de la vida activa, como un exceso de actividad incontrolada, que guarda elementos de obsesión o de distracción. El hombre, devorado por la fiebre de la acción, suponiendo que sólo a fuerza de acciones se producen los cambios o el mejoramiento, se entrega más y más a actividades exteriores desconsiderando la vida interior.»

Dentro del ámbito animalista existe un generalizado desprecio a las cuestiones teóricas que va acompañado del defecto mencionado anteriormente. El profesor y activista Gary Francione expone la cuestión de esta manera:

«Muchos defensores de animales parecen pensar que no necesitamos ninguna teoría. Sólo necesitamos actuar “por los animales”; nos podemos preocupar por la teoría más adelante. Este punto de vista está equivocado al menos en dos aspectos. Primero, si no tenemos una teoría, ¿cómo vamos a elegir qué cosas deberíamos promover? Si quiero hacer algo hoy para ayudar a los animales, y no tengo una teoría, como la relativa a la condición moral de los animales y qué cosas debo hacer, ¿cómo voy a elegir lo que voy a hacer? La respuesta es muy clara: no podemos hacer ninguna elección inteligente o informada si no tenemos ninguna teoría que guíe nuestra elección.»

Es cierto que la teoría, por sí sola, no soluciona los problemas. Pero, en primer lugar, para advertir dichos problemas necesitamos la teoría. Tal y como advierte el profesor Félix Duque:

«La filosofía no está para resolver problemas sino para hacer ver que hay problemas ahí dónde los demás no los ven.»

Para solucionar efectivamente los problemas necesitamos la razón práctica o instrumental que desemboca en la ciencia, la tecnología, el activismo y la acción política. La razón teórica sirve para que podamos reconocer y distinguir entre categorías [lo correcto, lo verdadero, lo bueno] a la hora de analizar la realidad, pero no puede aportar remedios prácticos por sí sola. No podemos vivir sin una visión teórica del mundo, En palabras de Thomas Nagel:

«Una vez que entramos en el mundo para nuestra estadía temporaria en él, no hay otra alternativa más que intentar decidir en qué creer y cómo vivir, y la única manera de hacerlo es intentando decidir qué es cierto y qué es correcto.» 

Sin embargo, toda teoría —toda idea, creencia o razonamiento— tiene una aplicación o un aspecto práctico en la vida, y asu vez toda práctica tiene una teoría detrás que es la que la motiva y condiciona en parte. Por ejemplo, no hay nada en el veganismo que sea pura teoría ya que todo tiene implicaciones prácticas directas, y no hay ninguna práctica relacionada con el veganismo que no esté basada en alguna teoría previa.

La separación radical entre teoría y práctica sería un error categorial que ignora el entrelazamiento esencial entre conocimiento y acción; el cual es utilizado además para evitar justificar con argumentos aquellas acciones que no se pueden sostener con razones. Por eso señalaba el conocido pensador Immanuel Kant que «Lo que por fundamentos racionales vale para la teoría, vale también para la práctica.» Esto es, no es posible que una teoría correctamente articulada de acuerdo a la lógica y los datos empíricos pueda conducir por ella misma a una práctica inútil o inefectiva.

Lo cierto es que dependiendo de la teoría que asumamos nos comportaremos de una forma u otra. Además, la calidad de nuestra teoría —el hecho de que esté basada en hechos comprobados y argumentos válidos— también es relevante, porque dialogando de forma fundamentada con otras personas podremos influir en su forma de pensar y, por tanto, de actuar. Esta función de la actividad teórica la expresa acertadamente el filósofo Simon Blackburn:

«La reflexión es importante porque forma un continuo con la práctica: lo que pensamos sobre las cosas que hacemos influye en nuestro modo de hacerlas, o incluso en si las hacemos o no. Puede influir en nuestras investigaciones, en nuestra actitud hacia la gente que hace las cosas de un modo distinto a como las hacemos nosotros o, en fin, en el conjunto de nuestra vida.»

De hecho, no hay nadie que no actúe motivado por alguna teoría, por creencias y nociones mediante las cuales valora e interpreta su experiencia. Así lo señala Karl Jaspers:

«No hay manera de escapar a la filosofía. La cuestión es tan sólo si será consciente o no, si será buena o mala, confusa o clara. Quién rechaza la filosofía profesa también una filosofía, pero sin ser consciente de ella.»

Si tuviéramos que escoger: ¿qué sería más importante la teoría o la práctica? La teoría. Porque la práctica sin una teoría previamente correcta se hará inútil o inmoral. Todos actuamos en parte de acuerdo a una teoría. Y para saber si algo es malo o bueno, o si es correcto o incorrecto, necesitamos acudir a la teoría.

La teoría es una base imprescindible para poder actuar. De hecho, cuando empleamos términos como «injusticia» estamos teorizando. Estamos juzgando que hay cosas que están bien y otras que están mal. Estamos usando una teoría. Ahora bien, ¿cómo sabemos que es una teoría correcta y efectiva? Es posible que nos estemos equivocando. Para saberlo necesitamos realizar una análisis teórico, basado en la lógica y en los hechos.

¿No estaríamos siendo tal vez demasiado 'rígidos' al ajustarnos a una teoría? ¿No estaríamos actuando como 'robots'? No, porque al practicar la teoría precisamente estamos actuando al contrario de como lo haría un robot. Estamos ejerciendo nuestra capacidad racional y crítica como individuos conscientes de nuestros actos que somos. Una teoría siempre está sujeta a revisión para comprobar si concuerda con la lógica y con los hechos.

¿Pero acaso realmente necesitamos una teoría? ¿No sería suficiente con seguir el “sentido común”? En absoluto. El concepto de “sentido común” es vacío y relativo. Si “sentido común” significa actuar como hace la mayoría de la gente entonces nos limitamos a imitar lo que hacen otros, sin reflexionar críticamente sobre ello. “Sentido común” a menudo significa inercia y adaptarse a los prejuicios o costumbres establecidos.

Quienes se oponen a la importancia de la teoría en el activismo, y dicen que debemos centrarnos simplemente en actuar y hacer cosas —sin reflexionar sobre ello— adoptan una postura similar a aquellos que dicen que no debemos perder tiempo en aprender carpintería o arquitectura sino que que tenemos que ponernos ya mismo a hacer armarios o edificios. Este tipo de criterio irracional conduce inevitablemente al fracaso o al desastre. Así lo recordaba Gianni Vattimo, citando a su vez a Martin Heidegger, sobre el problema de la relación entre la filosofía y la transformación social:

«Entretanto también se le ha exigido a la filosofía que no se contente con interpretar el mundo y perderse en especulaciones abstractas, sino que trate de transformar el mundo de modo práctico. Lo que pasa es que una transformación del mundo así pensada exige previamente que se transforme el pensar, del mismo modo que tras la citada exigencia ya se esconde una transformación del pensar [véase Karl Marx, La ideología alemana: Tesis sobre Feuerbach, tesis 11 «Los filósofos solo han interpretado el mundo de maneras diversas; de lo que se trata es de transformarlo.»]. Pero ¿cómo puede transformarse el pensar si no se encamina hacia aquello que merece ser pensado?»

El rechazo a la teoría en el fondo no es más que otra teoría diferente de quien pretende evitar el cuestionamiento de sus propias ideas y creencias, para poder actuar libremente sin que nadie critique o valores sus acciones. Evitar el pensamiento, el estudio, el aprendizaje, y la reflexión sobre lo que hacemos solamente puede traer consecuencias perjudiciales y dañinas.

El error es inherente a nuestra vida; es inevitable hasta cierto punto. Lo que no es inevitable es la voluntad de advertir y corregir esos errores mediante una mentalidad abierta y crítica que revise de forma constante todo lo que pensamos y hacemos.

Aparte, dedicar tiempo a cuestiones teóricas —filosofía moral, nutrición, estrategia— no significa necesariamente que no se pueda emplear otra parte igual del tiempo a actividades enfocadas en la práctica: estar en la calle difundiendo el veganismo, cuidar de animales refugiados,... Es un falso dilema suponer que si dedicamos parte del tiempo a la teoría entonces no podemos dedicar también otra parte de nuestro tiempo a otro tipo de actividades no teorizantes pero que también son útiles y necesarias.

La teoría determina nuestra forma de pensar, y nuestra forma de pensar es causa de nuestra forma de actuar. Porque toda teoría es una forma específica de práctica: teorizar —pensar, reflexionar. Y toda práctica es la aplicación de una determinada teoría. O como expone el propio Leon Tolstoi:

«Siempre me sorprendo cuando oigo decir que una cosa es buena en la teoría pero no lo es en la práctica, como si la teoría no fuera más que bonita colección de palabras, necesarias para conversar, y no constituyera la base de toda acción práctica. La teoría es lo que el hombre sabe, y la práctica lo que hace. ¿Cómo puede ocurrir que el hombre piense de una manera y obre de otra? La práctica se ciñe inevitablemente a la teoría y, si he comprendido la cuestión sobre la que he estado reflexionando, no puedo proceder sino en conformidad con mis ideas.»

El paradigma especista predominante en nuestra sociedad es la causa de que exista la explotación animal. Ese tipo de mentalidad que promueve y permite la esclavitud de los animales no humanos, provocando miles de millones de víctimas. El especismo es un problema de teoría. Es un problema que atañe a las creencias y las formas de pensar de los individuos. Según lo expresa Peter Singer:

«Para poner fin a la tiranía hay que comprender, primero, en qué consiste. Desde un punto de vista práctico, el dominio del animal humano sobre otros animales [...] se expresa en prácticas relacionadas, como matar a animales salvajes por deporte o por sus pieles. Estos hechos no deben considerarse aberraciones aisladas. La única forma de llegar a entenderlos es considerarlos como manifestaciones de la ideología de nuestra especie, esto es, las actitudes que nosotros, como animal dominante, sostenemos ante los otros animales.»

Para acabar con la violencia hacia los demás animales hay que analizar y comprender por qué sucede y, en base a este análisis, proponer medios efectivos para remediarla. No es posible que solucionemos una injusticia si primero no comprendemos su naturaleza, sus causas, y sus posibles remedios.




A través del activismo educacional, que está basado en fundamentos teóricos, cambiamos la mentalidad que origina la violencia y evitamos que miles de millones de animales sean explotados y masacrados en el futuro. Animales que serían traídos al mundo para ser esclavizados, o animales que viven sus vidas libres en la naturaleza. Como diría el profesor Werner Heisenberg:

«A menudo, un planteamiento adecuado representa más de la mitad del camino hacia la solución del problema.»

Cuando hablamos de ayudar a los animales también podemos referirnos a algo distinto, cuando hablamos de rescatar y dar refugio a determinados individuos concretos. Esta actividad sin duda puede resultar algo muy beneficioso para esos individuos, pero en modo alguno soluciona el problema de fondo del especismo y la explotación animal.

Por analogía: cuando se produce una enfermedad puede ser apropiado tratar de aliviar los síntomas y las consecuencias de dicha enfermedad, pero lo más responsable y conveniente es enfocar las energías sobre todo en intentar anular la causa de la enfermedad.

El especismo es un trastorno moral y la explotación institucionalizada de los animales no humanos es su consecuencia directa. Para que no haya más víctimas hay que atajar la verdadera raíz del problema, es decir, el prejuicio que nos hace creer que está bien considerar a los demás animales como medios para nuestros fines.

2 de septiembre de 2012

¿Se creen los veganos que son mejores o superiores que el resto de mortales?


‎«No me siento superior por ser vegana. Lo cierto es que soy vegana porque no me siento superior a nadie» ~ Michele McCowan

Ha ocurrido en ocasiones que no veganos acusan a los veganos de 'creerse mejor que los demás' o 'creerse superiores' por el hecho de ser veganos y no participar en la explotación animal. ¿Hay algo de verdad en tales acusaciones?

1. El veganismo se basa en la igualdad

A mi modo de ver, esa acusación de entrada me resulta muy extraña, puesto que la razón moral que fundamenta el veganismo es precisamente el principio de que no debemos someter a nadie a nuestros deseos y necesidades. El veganismo es un principio ético que excluye la propia noción de jerarquía moral —la noción que algunos individuos están por encima de otros y tienen derecho a someterlos— y que se basa en el principio ético de igualdad.

En realidad, las personas que defienden la explotación animal sí consideran que los humanos son «superiores» a los animales y es por eso que tienen derecho a explotarlos. Así pues resulta cuanto menos curioso que no veganos acusen a los veganos  de elitismo o superioridad moral.

Apliquemos el caso al contexto estrictamente humano: ¿se creen mejores la personas que rechazan participar en asesinatos, violaciones o la explotación de otros seres humanos? ¿Se creen superiores por ello? No parece que tenga mucho sentido pensar tal cosa. En general, si rechazamos tales comportamientos es porque consideramos que no está éticamente bien cometer semejantes acciones; pero no lo hacemos porque nos creamos superiores o mejores que otros.

En el pasado, cuando la esclavitud de seres humanos era algo aceptado como norma social, los humanos que la practicaban no eran necesariamente peores como personas que los demás, sino que más bien actuaban movidos por los prejuicios en los que habían sido educados y dentro de las creencias establecidas socialmente. En el pasado, la esclavitud humana se consideraba tan norma' como hoy en día se sigue considerando normal nuestra esclavitud sobre otros animales.

Si otras personas, en aquel pasado, decidieron condenar dicha esclavitud no creo que lo hicieran por sentirse superiores a los esclavistas, sino porque comprendieron que era moralmente injusta tratar a seres humanos como si fueran meros recursos y propiedades. Por tanto, ¿tiene algún sentido que acusáramos a esos abolicionistas de creerse 'superiores'? Creo que esa acusación carece de fundamento objetivo y parece más bien la típica difamación que usaría un partidario del esclavismo para intentar descalificar a los activistas en favor del abolicionismo de la esclavitud.

Considero importante señalar también que la misma acusación suele producirse en alguna ocasión por parte de los vegetarianos contra los veganos. Los vegetarianos en su gran mayoría evitan consumir carne de animales pero al mismo tiempo suelen consumir otras sustancias que provienen de la misma explotación, como lácteos, huevos o miel.

Cuando por parte del veganismo se critica esa incoherencia manifiesta del vegetarianismo —que Donald Watson puso de manifiesto en 1944 y que fue una de las razones que lo llevó a fundar el veganismo— también se acusa a los veganos de creerse 'superiores' o 'mejores' que los demás. Sin embargo, si alguien lee lo que Donald Watson escribió en el primer boletín de la Vegan Society, o lee las críticas de otros activistas, como la de Bob y Jenna Torres, puede comprobar claramente que es una acusación infudada puesto que el rechazo al vegetarianismo no implica ninguna descalificación personal sobre nadie.

El fondo de la cuestión no está en si nos creemos mejores personas. La cuestión no está en lo que somos, sino en lo que pensamos, y en lo que hacemos como consecuencia de lo que pensamos. El asunto trata sobre ideas y conductas, no de personas.

Alguien puede ser mala persona y escoger no explotar a los animales, simplemente porque no le conviene. Igualmente alguien puede ser buena persona y participar activamente en la explotación animal, causando daño y muerte a animales inocentes. Pero lo hace así porque se le ha educado para que lo considere algo normal y no se cuestione el estar haciendo algo moralmente malo.

Si nos educaran para considerar, por poner un ejemplo aleatorio, que los negros o los judíos son inferiores a nosotros y estamos legitimados en explotarlos y matarlos, seguramente lo veríamos como algo normal. No es que fuéramos malas personas, sino que nos han mentalizado para ver como aceptable una práctica que ne realidad no es ética. Así ha ocurrido habitualmente a lo largo de la historia humana. Así ha ocurrido con el especismo que fundamenta ideológicamente nuestra sociedad actual.

El hecho de comer a otros animales —y de utilizarlos en general para nuestros fines— no tiene que ver con ser buena o mala persona. La explotación animal es una práctica cultural que existe desde hace milenios y que a todos nos han inculcado; junto con el prejuicio especista de que el ser humano está por encima de los demás animales y tenemos derecho a explotarlos para nuestro beneficio, a costa de sus vidas y su libertad. Casi todo los que somos veganos ahora hemos sido educados en esa misma mentalidad especista y por eso podemos entender que es posible ver nuestra dominación sobre los demás animales como algo 'normal', aunque ahora lo rechacemos como la injusticia que es.

2. Matar al mensajero

Muchas personas que son especistas, porque así las han educado, se sienten disgustadas cuando los veganos explican por qué está mal explotar a otros animales. Muchas se sienten ofendidas cuando se critica sus creencias y sus costumbres —es natural reaccionar con hostilidad cuando alguien cuestiona lo que estamos acostumbrados a considerar como normal— y por eso prefieren atacar al mensajero en lugar de fijarse en el mensaje.

En todo caso, nuestra intención como veganos no es, o no debería ser al menos, fastidiar ni molestar a nadie.

Los activistas veganos intentamos intentar concienciar, de manera noviolenta y educativa, acerca de los prejuicios especistas que todos hemos heredado y están vigentes en nuestra sociedad; del mismo modo que en otras épocas el prejuicio del racismo y del sexismo eran lo normal —y aún lo siguen siendo en algunos grupos y sociedades humanas.

Si una persona tiene empatía y capacidad de razonamiento moral puede entender la inmoralidad del especismo y la explotación de los animales, y puede sentirse mal por participar en esa actividad.

Si alguien nos explica que algo de lo que nosotros hacemos —algo que para nosotros es habitual y que consideramos normal— se trata en realidad de algo inmoral, y que causa víctimas, entonces nos sentiremos contrariados por ello. Ante esto, podemos elegir entre dos opciones:

[1] Dejar de sentirnos mal dejando de actuar inmoralmente y optando por hacer lo correcto.

[2] Elegir enfocar nuestra hostilidad contra la persona que nos ha hecho indirectamente sentirnos mal. 

Tengo la impresión de que la segundo opción ocurre muy a menudo.

Es comprensible hasta cierto punto que muchas personas se ofendan por el mensaje del veganismo aunque el mensaje en sí mismos no sea ofensivo hacia nadie. Eso sucede porque no son psicópatas. Un psicópata no se sentiría mal ni se molestaría al tomar conciencia de que está causando un daño innecesario e injustificado a otros animales.

Muchas personas están disgustadas con el veganismo les ha hecho tomar conciencia de su conducta respecto de los animales es injusta y que en realidad se trata de algo que su propio sentido moral ya rechaza: están infligiendo sufrimiento y muerte a otros animales por costumbre y mero placer.

El problema sucede cuando desvían ese enfado hacia los veganos en lugar de dirigirlo hacia su propio error. Si bien no todo el mundo reacciona de igual manera. Algunos comprendimos que estábamos actuando en contra de nuestro propio sentido moral y preferimos dirigir nuestra energía hacia el cambio de conducta.

Por tanto, no nos creemos 'superiores' ni 'mejores' que otras personas por el simple hecho ser veganos.

Los activistas difundimos el veganismo porque pensamos que la mayoría de la gente es empática y bondadosa y que su violencia hacia los animales está motivada no por maldad sino por prejuicios y costumbres inculcadas por nuestra cultura pero que son prejuicios y costumbres que se pueden corregir y cambiar.

3. El veganismo sí es mejor que las demás opciones

Estamos convencidos que el veganismo sí es mejor para los demás animales. Es mejor para ellos que vivamos respetándolos en lugar de explotándolos.

Es claramente mejor para los demás animales que seamos veganos; sin que que esto implique a la vez ningún tipo de perjuicio en nosotros mismos o nuestra calidad de vida.

Los veganos no se creen mejores que el resto de la humanidad. Los veganos creen obviamente que es mejor no explotar a los demás animales que explotarlos. Pero esto no es diferente de creer que es mejor rechazar el canibalismo que no rechazarlo; o que es mejor rechazar la esclavitud que no rechazarla.

Los que rechazamos el canibalismo no nos creemos 'mejores' que los caníbales, ¿o sí? Sólo creemos que hay formas de actuar que son mejores que otras de acuerdo a la ética.