26 de julio de 2014

Desinformando sobre veganismo


Debido al auge del veganismo en los últimos años se hace habitual encontrar periódicamente noticias y artículos que mencionan el veganismo en los medios informativos, aunque también en muchas casos aparezcan desinformaciones, cuando no puras calumnias sin fundamento. Mucha gente ha oído hablar de veganismo. Otra cosa es que realmente tengan una noción cabal de lo que significa.

En relación con esto, me gustaría comentar brevemente algunas publicaciones recientes que presentan algunas desinformaciones sobre veganismo.

La difusión del veganismo se ha extendido tanto que hasta se habla de ello en el conocido programa español de Los 40 Principales. Por desgracia, resulta obvio que asumen el veganismo como si fuera un tipo de dieta. Pero no lo es. Aunque reconocen que una dieta vegana es saludable. Confusos están, sin duda, pero mentirosos al menos no son, pues quien diga que una dieta vegano no puede ser saludable está mintiendo.

El veganismo no es un tipo de dieta; el veganismo es un principio de ética. A pesar de que constantemente se confunde el veganismo con la aplicación del veganismo en la alimentación.

El otro día me encontré con una noticia sobre una "boda vegana".

Su única peculiaridad con cualquier otra boda reside en que el menú al parecer estaba libre de sustancias de origen animal. Aunque eso no es del todo seguro puesto que la propia pareja afirmaba que ellos hacen "excepciones con los huevos camperos". Pero eso es como decir que alguien es feminista aunque hace excepciones con las violaciones cometidas sobre mujeres negras. Obviamente no es feminista; sería un violador o alguien que aprueba las violaciones. Quien hace "excepciones" al veganismo no es vegano sino que es un consumidor de la explotación de animales.

Quizás estuvieran confundidos por la errónea suposición de que detrás del consumo de huevos no habría daño ni sufrimiento si provienen de una explotación "ecológica" o "humanitaria". Pero esto es una creencia equivocada. El consumo de huevos también implica infligir daño y sufrimiento a los animales, y además estamos haciendo uso no consentido de alguien que no ha dado permiso para que lo utilicemos ni que le quitemos sus huevos.

En la noticia se intercambian los términos vegano y vegetariano como si fueran sinónimos. Pero no lo son. Veganismo no es vegetarianismo. El veganismo es el rechazo moral hacia el uso de animales nohumanos. En cambio, el vegetarianismo acepta y promueve la explotación animal. Son completamente antitéticos.

Por tanto, esta pareja no es vegana, sino vegetariana. Pero ellos usan erróneamente el término vegano. Sobre esta distorsión del veganismo ya comenté en un artículo anterior, y a él me remito para no reiterar la misma explicación. No son veganos pero deseo sinceramente que ellos, y todos en general, comprendan la diferencia entre vegetarianismo y veganismo, y lo que eso implica para los demás animales, y que pronto hagan la transición al veganismo.

Ahora, como si esto no fuera suficiente, al propietario del restaurante en el que se realizó la susodicha boda no se le ocurre otra cosa que decir lo siguiente: "buena parte del producto utilizado en los platos es orgánico y de producción local, dos aspectos ligados a la filosofía vegana." (?) Pero ¿de dónde se habrá sacado este buen hombre que el veganismo implica consumir orgánico y productos de producción local? ¿Se lo habrá inculcado la pareja de la boda? Decir esto es tan absurdo como afirmar que el feminismo está ligado al consumo de alimentación orgánica y de producción local. ¿Qué diantres tiene que ver? Nada. Igualmente el veganismo no tiene que ver con nada de esto.

Veganismo significa el rechazo ético al uso de animales no humanos y, por tanto, consumir y promover opciones que no impliquen dicho uso. Todo lo demás pertenece a otros ámbitos y categorías que no son intrínsecos al veganismo.

También se puede advertir que el texto está plagado de referencias medioambientales y sobre consumo ecológico. Y aunque tener en cuenta al medio ambiente, y procurar hacer todo lo posible por evitar y reducir la contaminación, es una medida muy razonable y necesaria, esto tampoco se deriva del veganismo. Veganismo y ecologismo no son lo mismo.

Los mismos errores y confusiones los vemos en otra noticia que pretende igualmente conectar el concepto de veganismo con "cuidar la salud y proteger el ecosistema". Todo esto último está muy bien pero no es parte intrínseca o necesaria del veganismo. Es otra distorsión del significado del veganismo.

Por tanto, comprobamos que no sólo es responsabilidad de los periodistas sino de los propios veganos que difunden información errónea o de gente que se califica de vegana para querer significar que en realidad son vegetarianos o simplemente personas que llevan una dieta predominantemente vegetal —ni siquiera totalmente vegetal.

Aquí expongo otro ejemplo difundido en las redes sociales:


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La imagen lanza el mensaje de que ante un determinado problema de salud la solución es una "dieta vegana", como si eso equivaliera a una dieta saludable que se lleva a cabo por motivos personales de salud. Esto es una distorsión del significado de veganismo.

Es un mensaje erróneo principalmente por dos razones:

Primero; una dieta compuesta exclusivamente de maíz frito podría ser una dieta vegana, aunque no fuera saludable. Una alimentación es vegana en tanto que conlleva el rechazo moral a usar animales nohumanos. No significa necesariamente saludable ni ninguna otra cosa. Una dieta vegana no es necesariamente más saludable que una dieta que incluya animales. Todo depende de cómo se lleve a cabo.

Segundo; una dieta vegana, por definición, sólo la puede llevar alguien vegano. Puesto que vegana significa que se hace por veganismo, es decir, por respeto moral hacia los demás animales como personas. Otra cosa es que alguien no-vegano pudiera llevar circunstancialmente una dieta 100% vegetal que coincide en el contenido con una dieta vegana. Pero vegana no significa sólo que sea 100% vegetal sino que se lleva a cabo por respeto hacia los animales no humanos. Es incorrecto hablar de dieta vegana para denominar sólo una dieta puramente vegetal —sin sustancias de origen animal— que no está determinada por el principio ético del veganismo.

Una dieta vegana es aquella que adopta quien rechaza moralmente el consumo de sustancias de origen animal en tanto que considera que los demás animales no deben ser usados como medios para fines humanos. Una dieta vegana puede ser saludable, pero para ser vegana no tiene por qué que ser saludable, sólo tiene que rechazar el consumo de animales nohumanos por motivos éticos.

Además, comer animales no es intrínsecamente dañino para nuestra salud. Los humanos llevan haciéndolo desde hace muchos miles de años y han desarrollado su salud plenamente desde entonces. Millones de humanos que comen animales diariamente están sanos y viven largas vidas. Es empíricamente falso asociar consumo de animales con daño a la salud. No hay pruebas científicas que avalen esa relación causal. Además, centrar el tema en la salud humana distrae injustamente la atención sobre la verdadera cuestión a concienciar que es el especismo y la explotación de los animales.

Cualquiera puede llevar una alimentación vegana siempre que esté bien planificada. Pero si se planifica mal es entonces cuando pueden surgir los problemas. Sin embargo, entrar a debatir si una dieta vegana es más o menos saludable que una dieta no-vegana resulta un absurdo moral y una pérdida de tiempo. Ninguna dieta no-vegana es éticamente aceptable. Los veganos debemos difundir que el veganismo es viable y realizable en la práctica, sin riesgo para nuestra salud, y que es un deber moral por respeto a los animales no humanos. Todo lo demás es desviar la cuestión hacia otros temas que no favorecen la difusión del veganismo.

19 de julio de 2014

El negocio bienestarista


«Huevos libres de jaulas»


Como ya apuntaba en un ensayo anterior, no podemos hablar correctamente de la existencia de un movimiento animalista puesto que dentro del ámbito animalista encontramos varias posturas singulares y diferentes entre ellas, con lo cual habría en realidad varios movimientos animalistas y no uno solo.

Lo que sí podemos es hablar de un negocio animalista. Es decir, hay organizaciones cuyo activismo no está enfocado en concienciar a la sociedad, sino que su propósito es organizar campañas con el objetivo de recaudar dinero para autofinanciarse y que sus miembros dirigentes puedan vivir profesionalmente de esta actividad. Uno de las más conocidos negocios animalistas, y que sirve de modelo para los demás, es PeTA.

¿En qué consiste este negocio? Es bien sencillo. Un ejemplo: ellos te muestran un "acto de crueldad" contra los animales de forma aislada [tauromaquia; matanza de delfines; granjas peleteras,...], con el fin de conmover las emociones del público, y te piden dinero diciendo que ellos ya se encargan de remediar ese problema.

Cada forma de explotación animal la presentan como si fuera un caso de violencia puntual y no como una consecuencia directa más, entre otras muchas similares, del especismo. Hablan de estos casos como si el resto de la explotación animal no existiera y como si fueran casos de "crueldad" que surgen espontáneamente sin una causa determinada:

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En este ensayo me refiero a las organizaciones corporativas. No me refiero a al activismo animalista en general. Estoy hablando en concreto de grupos que adoptan una estructura jerárquica y que buscan perpetuarse a sí mismos mediante la recaudación de dinero y la autopublicidad. Esto no tiene que ver con el hecho de que un grupo de individuos se junte a nivel local con el único objetivo de difundir el veganismo. Diferencio claramente entre los grupos activistas que se dedican a la educación de la sociedad y los grupos corporativos que se dedican al negocio.

Sin embargo, ese negocio está muy extendido dentro del ámbito animalista. Sólo existen algunos grupos activistas de base, compuesto por colectivos e individuos independientes, que tratan de concienciar a la sociedad. Muchos animalistas prefiere apoyar a los grupos corporativos y se convierten en dóciles seguidores de las órdenes que dicta la cúpula de la organización en la que participan. Esta dinámica tiene casi todo en común con los partidos políticos oligárquicos y nada que ver con lo que en realidad se supone que serían organizaciones sociales de activismo y voluntariado.

El principal fin que tienen estas organizaciones es el de crear un negocio rentable, del cual vivir, aprovechándose de la compasión de la gente. Para conseguir esto tienen que recopilar numerosos socios y donaciones económicas, publicitando "victorias" y "logros" de prohibiciones y reformas en la explotación de los animales. Pero estas supuestas "victorias" no son más que arreglos superficiales que en nada afectan al problema del especismo y la esclavitud de los no-humanos.

Podría listar muchos ejemplos, pero escogeré uno reciente que me parece representativo: la organización denominada "Igualdad Animal" [IA] publicitaba una supuesta "victoria" alegando que ellos habían conseguido que en la India se prohibiera la importación de foie-gras:


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Ahora, no hay prueba objetiva de que sus acciones haya conseguido promover esta medida. El boletín ministerial que presentan como prueba no dice nada al respecto. Además, prohibir la importación de foie-gras [paté de hígado de pato o de oca] no implica prohibir la importación de patés hechos, por ejemplo, con los cuerpos de cerdos o de atunes. ¿Acaso no está IA difundiendo la idea de que está mal utilizar patos u ocas para hacer paté con sus hígados pero que en cambio sí estaría bien hacer lo mismo con otros animales?

¿De qué sirve rechazar la compraventa de paté de oca  si luego compras o vendes paté de cerdo? Esto no ayuda en nada a los animales esclavizados. Lo único para lo que sirve es para potenciar el consumo de otros productos especistas. Cuando los consumidores no encuentran un determinado producto animal por lo general lo que hacen es consumir a otro producto animal en su lugar.

Puede que a algunos nos cueste comprender cómo es posible que alguien se crea aquella publicidad engañosa. Pero lo cierto es que esto sucede. Muchas organizaciones animalistas, sobre todo las más conocidas y presentes en los medios informativos tradicionales, practican el engaño de forma sistemática en sus campañas, y la mayoría de gente cree ciegamente en lo que dicen, sin más investigación.

El esquema de actuación es siempre idéntico:

[1] Presentan ante la sociedad un caso específico y minoritario de violencia contra los animales, aislándolo del entramado de opresión especista del que forma parte, y lo denoniman "maltrato" o "crueldad".

[2] Afirman que ellos van a solucionar ese problema, o que ya lo han solucionado, mediante alguna regulación o prohibición legal.

[3] Piden dinero para que ellos le pongan remedio definitivamente y para poder seguir solucionando otros casos similares.

Por supuesto, en realidad toda estas campañas tiene como única finalidad la de conseguir dinero. Casi todas las iniciativas que promueven estas organizaciones corporativas pretenden motivar a la gente a que les den dinero para poder financiar sus salarios y los gastos que conlleva el mantenimiento de la organización. Ésta es su principal objetivo, cuando no el único.

Estas corporaciones animalistas necesitan vender "victorias" cada cierto tiempo para darse publicidad e intentar conseguir que aumente su número de socios o donaciones y así poder seguir viviendo a costa de la compasión de la gente. Éste es el motivo principal por el que aparecen ese tipo de campañas e iniciativas periódicamente. El objetivo es imitar a grandes empresas animalistas, como HSUS y PeTA, que han montado un negocio multimillonario alrededor de lo que ellos llaman la "crueldad animal" y que se dedican a vender su versión de lo que entienden ellos que sería una explotación animal "menos cruel".

Su objetivo no es concienciar contra el especismo, ni promover el veganismo. De hecho, más bien provocan el efecto contrario: la gente no se hace consciente de la explotación sistemática y masiva que ejercemos sobre los demás animales y piensa que la violencia contra otros animales es algo puntual y causado por la "crueldad" de unos pocos individuos.

El criterio que determina sus acciones no es llevar a cabo lo que es justo o lo que es efectivo para acabar con la explotación animal; su criterio se basa en hacer aquello necesario para conseguir dinero con el cual mantener económicamente su organización y hacerla crecer. Funcionan con la mentalidad de una empresa comercial. Es por esto que hacen campañas especistas y promueven la regulación de la esclavitud en lugar de su abolición. Si una empresa quiere crecer y prosperar debe adaptarse a los intereses y preferencias de los consumidores, y si estos consumidores tienen una mentalidad especista, y tienen asumido también el prejuicio bienestarista, entonces los negocios animalistas les ofrecerán productos adaptados a esa mentalidad.

Los grupos bienestaristas no van a hablar de especismo al público ni va a pedir a la gente que se haga vegana. Conseguir la liberación animal no les daría dinero. No es un movimiento activista; es un negocio a costa de explotar la desgracia de inocentes.

Los grupos corporativos no piensan en lo que es justo; piensa en el negocio. El veganismo no es bueno para su negocio porque el veganismo supone criticar las ideas y costumbres de la gran mayoría de la población —y de la mayoría de animalistas. Por eso focalizan sus campañas contra unas muy determinadas formas minoritarias o marginales de explotación animal para ganarse así el favor de la mayoría social que no participa en esos actos concretos.

En ocasiones se dice que algunas de esas organizaciones habrían supuestamente ayudado a promover algún tipo conciencia sobre el problema de nuestra relación con los demás animales. Pero este hecho circunstancial no justifica su existencia o su actividad, especialmente si tenemos en cuenta que esa concienciación refuerza el prejuicio especista y se promueve bajo un enfoque bienestarista. Estas organizaciones animalistas han marginado deliberadamente al veganismo y han promovido la idea de que el problema en nuestra relación con los demás animales es conseguir una esclavitud más "humanitaria".

Nada de esto que expongo es nuevo, y varios activistas, como Gary Francione y James LaVeck Joan Dunayer, entre otros, ya denunciaban desde hace décadas cómo el autodenominado movimiento animalista se había convertido en realidad en el negocio animalista.

¿Qué podemos hacer los activistas veganos ante esto? En primer lugar, no desanimarnos. En segundo lugar, enfocar nuestros esfuerzos en difundir el veganismo tanto a nivel individual como a nivel colectivo con otros activistas.

Parece razonable suponer que más personas se han hecho veganas en lo que llevamos de siglo XXI que en todo el anterior siglo XX. La clave material de esta diferencia es Internet. Internet ha permitido liberarnos de la deliberada marginación que los grupos animalistas han ejercido contra el veganismo y así poder crear canales de comunicación independientes para difundir el mensaje vegano.

El veganismo se ha extendido sobre todo gracias a la existencia de Internet. Es Internet lo que ha permitido que en los últimos 15 años el número de veganos haya crecido exponencialmente en todo el mundo y que, por primera vez en su historia, el veganismo aparezca mencionado, o incluso promocionado ocasionalmente, en los medios de comunicación generalistas. Internet ha supuesto la aparición de un espacio informativo libre, no controlado por las empresas ni por las corporaciones animalistas.

Es decir, han sido el activismo independiente, el ciberactivismo, el activismo individual, el activismo de base, quienes han conseguido este progreso. No han sido las organizaciones corporativas. Al contrario, estas organizaciones ponen su esfuerzo en acabar con el auge del veganismo y perpetuar el canon bienestarista para así evitar que el abolicionismo pueda convertirse en un movimiento mayoritario.

Por último, y para evitar posibles malentendidos, debo aclarar algo que me parece obvio: no está en mis palabras, ni es mi propósito, el "atacar " a nadie —a ninguna persona. Lo que expongo aquí es una crítica razonada; no un "ataque". Sólo trato de explicar públicamente una serie de acciones y de ideas que considero erróneas y perjudiciales; con la intención de que la gente reflexione sobre ello y voluntariamente decida, teniendo en cuenta todos los hechos y argumentos.

Las organizaciones corporativas, al igual que la industria de explotación animal con la que a menudo tienen complicidad, se sostiene principalmente porque la gente las apoya. Si dejamos de apoyarlas, su negocio se acabó.

3 de julio de 2014

"Mira, alguien está haciendo lo mismo que hacemos nosotros. ¿No es odioso?"




Al igual que ya sucediera en su momento con personajes públicos como Melissa BachmannJuan Carlos de Borbón, entre otros, recientemente se ha vuelto a abrir la polémica por la difusión de unas fotos en las que alguien posa jactanciosamente junto a animales asesinados durante un safari de caza. En esta ocasión, la protagonista resulta ser una cazadora llamada Kendall Jones.

A mí no me sorprende que quienes han sido educados en el especismo se comporten de esa forma con otros animales. Lo cual nos engloba a casi todos nosotros. Ese comportamiento es consecuente con la idea de que los demás animales existen para ser utilizados en nuestro beneficio.

Lo que sí resulta chocante es que millones de personas en todo el mundo reaccionen condenando esos actos de violencia al mismo tiempo que ellos participan en la explotación de animales en su vida diaria. Esto sólo se puede explicar suponiendo que esas personas no han pensando la conexión entre lo que hacen diariamente a los demás animales y sus intuiciones morales básicas.

También ocurre una polémica muy parecida cuando se difunden imágenes del asesinato de delfines en Japón o de la tauromaquia en España. La gente reacciona ante esto como si los mataderos no existieran. Reaccionan como si ellos mismos no dieran dinero todos los días para que otros esclavicen y maten a animales inocentes, para luego comerse sus cuerpos y secreciones, y vestirse con trozos arrancados de sus cuerpos mutilados.

Tal y como explicaba el profesor Gary Francione en sus ensayos sobre Michael Vick: no hay diferencia moral alguna entre usar y abusar de los animales. Todo uso de otros animales es un abuso, ya que se realiza siempre sin su consentimiento o contra su voluntad. Utilizar a los animales es abusar de ellos, porque al hacerlo vulneramos sus intereses para poder obtener un beneficio.

Esta conducta sobre seres humanos se considera un crimen, una injusticia, pero no se considera del mismo modo cuando las víctimas son otros animales. El único motivo real que se alega para intentar justificar esta diferencia de consideración es: «Nosotros somos humanos y ellos no"» Esto es lo mismo que decir: «Nosotros somos blancos y ellos no». O decir: «Nosotros somos hombres y ellas no».

No hay diferencia moral entre consumir animales y salir a cazarlos para divertirse. No hay diferencia entre disfrutar asistiendo a peleas de perros y disfrutar comiendo animales. No hay diferencia entre obtener placer torturando a gatos y obtener placer por llevar un bolso de piel o una chaqueta de cuero.

No hay diferencia porque en todos esos casos estaríamos causando daño, sufrimiento y muerte a otros animales por mero placer. Tenemos la misma necesidad de torturar perros para poder vivir que la de comer vacas. Es decir, ninguna.


Participamos en la explotación animal porque nos limitamos a repetir un hábito que se nos ha inculcado y que reforzamos gracias al placer que nos causa; sin pararnos a pensar en lo que esto implica a los animales que son utilizados para nuestro beneficio. Igual que tampoco lo piensan quienes se divierten cazando animales por diversión.




¿Por qué este tipo de escenas provocan tanto odio en quienes hacen lo mismo? Odian a otros por hacer lo mismo que ellos hacen a otros animales cada día. ¿Cómo se explica esto?

Esto puede ocurrir así porque no a todos nos han educado sobre las mismas formas de explotación animal.

A pesar de que casi todos aceptan la idea de que algunos animales están para servirnos de alimento, no se acepta igualmente la idea de que esté bien utilizar animales sólo para servirnos de entretenimiento. Cuando vemos prácticas de explotación especista que no pertenecen a nuestro contexto habitual es cuando se activa nuestro sentido moral que nos indica que aquello está mal. Por eso reaccionamos de esa manera.

No se trata de un suceso aislado. Cada actividad de explotación animal simboliza la opresión que los humanos ejercemos sistemáticamente sobre los demás animales. Nuestra cultura antropocéntrica permite y fomenta esa práctica opresiva. La diferencia sólo está en el criterio y el grado de crueldad que cada uno considera aceptable a la hora de ejercer la explotación sobre los animales. Pero casi nadie cuestiona esta dominación especista. Casi nadie excepto en quienes fundaron el veganismo.

Si de verdad creyéramos que los demás animales son meros objetos no reaccionaríamos de forma diferente a cuando vemos como alguien destruye un jarrón o un automóvil. Sin embargo, sabemos que hay una diferencia cualitativa entre un objeto [un mineral o un vegetal] y un sujeto, es decir, un animal sintiente. Por eso no reaccionamos del mismo modo.

Al ver estas imágenes es cuando nos damos cuenta de ello —cuando vemos desde fuera a otras personas hacer lo mismo que nosotros— y esto nos provoca una indignación moral. Vemos a alguien, de forma deliberada y consciente, provocar sufrimiento y muerte a individuos inocentes por mera diversión. A veces sólo nos damos cuenta del mal que hacemos cuando lo vemos en otras personas fuera de nuestro contexto habitual.

Pero esto es exactamente el modo en que nosotros estamos actuando cuando consumimos animales; cuando los comemos y nos vestimos con trozos de sus cuerpos.

Nos encontramos cara a cara con un espejo en donde nos reflejamos viendo lo que les estamos haciendo a los demás animales: destruimos su libertad y sus vidas por puro placer. Y esto se contradice con nuestras intuciones morales más básicas que nos dicen que está mal causar daño o sufrimiento a otros animales sin necesidad.

Esta reacción demuestra que no somos psicópatas. A pesar de toda la violencia sistemática que ejercemos sobre los demás animales, y a pesar de nuestro prejuicio especista contra ellos, somos conscientes de que está mal hacerles daño innecesariamente sin una razón que lo justifique.

El hecho de que formemos parte activa de la explotación animal no es una decisión que hayamos tomado nosotros sino que es consecuencia de una herencia cultural que nos han legado nuestros antepasados —igual que nos legaron el racismo, el sexismo y la homofobia, así como sus respectivas estructuras de opresión— y que se ha perpetuado mediante la educación y los hábitos sociales.

Si juzgáramos nuestra participación en la explotación animal con el mismo criterio que juzgamos la violencia contra los animales en la que no participamos entonces la única conclusión a la que podríamos llegar es que debemos dejar de consumir cualquier producto o actividad que implique utilizar a otros animales, pues todo esto significa infligirles daño inncesariamente y sólo por costumbre o por mero placer.

Todo el mundo se pregunta:

¿Cómo es posible que haya gente que cometa esos abusos contra los animales?

Cualquiera puede encontrar la respuesta por sí mismo reformulando la pregunta de este modo:

¿Por qué no soy vegano?

La respuesta en ambos casos es exactamente la misma.