4 de mayo de 2016

El Dilema del Tranvía



Existe un dilema imaginario muy popular en filosofía moral que se conoce como el dilema del tranvía. Hay diversas variantes de este dilema, pero lo esencial del asunto reside en que tenemos la posibilidad de desviar la dirección del trayecto de un vehículo que va directo a aplastar a unos individuos. En mi otro blog de filosofía general ya expuse concisamente mi respuesta a este dilema, así pues no entraré aquí a analizarlo.

Lo que yo quería exponer en este entrada es un breve vídeo publicado en Youtube en el que podemos asistir una nueva versión de aquel dilema con la particularidad de que está relacionado con la cuestión del veganismo. Está locutado en inglés pero dispone de subtítulos en español:




El mensaje del vídeo explica que ante la explotación animal tenemos dos opciones y sólo dos: o seguimos participando en ella —y por tanto somos explotadores de animales— o rechazamos formar parte de esa dinámica opresora que inflige sufrimiento y muerte a los animales por una ancestral inercia que no puede justificarse salvo en la costumbre y el placer.

Sin necesidad de recurrir a la filosofía de los Derechos Animales, podemos justificar el rechazo al uso de animales apelando sólo a nuestra intuición moral básica que dice que no está bien causar daño y sufrimiento a otros animales cuando no hay necesidad que lo justifique y podemos evitarlo. Ahora, si ni siquiera estamos de acuerdo en este básico principio humanitario entonces sencillamente carecemos de moral y creemos que está bien dañar a otros por mera diversión o placer.

Casi todos los usos que hacemos de los animales son ya ahora mismo innecesarios, prescindibles y sustituibles: no necesitamos utilizar a otros animales para alimentarnos, vestirnos, entretenernos y satisfacer nuestras necesidades vitales. 

Es cierto que siendo veganos no evitamos todo el daño que causamos a otros animales. La agricultura y la contaminación que causamos también les perjudica. Pero lo que también está claro es que siendo veganos evitamos al menos un daño concreto, que es la explotación animal. Esa objeción que afirma que no tiene sentido ser veganos porque aun siendo veganos seguimos causando daño a los animales la rebatí extensamente en mi réplica al alegato de Claudio Bertonatti

¿El hecho de que en este momento no podamos evitar todo el daño que causamos a otros animales justifica que sigamos explotándolos? También causamos daños a los seres humanos mediante, por ejemplo, la contaminación que provocamos: ¿acaso el hecho de que no podamos evitar todo el daño que causamos a otros humanos justifica que continuáramos practicando el canibalismo y la esclavitud?

El argumento que afirma que no tiene sentido ser veganos porque no podemos evitar todo el daño que causamos al vivir incurre en la falacia del nirvana: «Dado que no podemos vivir de manera éticamente perfecta entonces no debemos evitar infligir un daño que sí podemos evitar».

Parece moralmente absurdo que decidamos no eliminar un mal que cometemos, que podemos eliminar ahora, alegando para ello que no hemos evitado o no podemos evitar otros males que también cometemos.

El único argumento que sostiene nuestra costumbre de explotar a otros animales es que nos divierte, nos da placer, nos reporta un beneficio. Por tanto, no habría diferencia moral entre nuestra conducta y de las personas que cometen esos abusos contra los animales que nos resultan tan detestables. No habría diferencia entre nosotros y quienes se divierten, por ejemplo, quemando a gatos por diversión. Ellos también abusan de los animales por placer, por diversión, por beneficio —igual que hacemos nosotros si participamos en la explotación animal.

Podemos evitar ya ahora mismo la explotación animal rechazando consumir sustancias y productos de origen animal, y rechazando participar en actividades que conlleven el uso de animales. Nuestra explotación sobre los animales implica infligirles de manera intencionada un daño que no es necesario y que no podemos justificar moralmente. La explotación animal es contraria a la ética en su sentido más elemental.

La cuestión que quedaría por esclarecer ahora es: ¿qué vamos a decidir?

2 comentarios:

  1. Muy interesante tanto esta entrada como la de tu otro blog. He aprendido mucho con el material que produces en ambos.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias. Creo que es una reflexión muy elemental. Pero también lo más obvio necesita ser expuesto, porque quizás no para todo el mundo resulte tan obvio.

      Un saludo.

      Eliminar

LOS COMENTARIOS ESTÁN MODERADOS

Todos los comentarios serán revisados antes de ser publicados para comprobar si se ajustan a la temática del blog y las normas de convivencia. En ningún caso se permite el uso de palabras en mayúsculas —equivalen al empleo de gritos en una conversación— ni tampoco el uso de insultos, amenazas o cualquier forma de violencia verbal. Si desea participar en el foro, por favor, respete las normas de este blog.

Gracias por su atención.