10 de octubre de 2016

Jesús Mosterín: Contra los animales y el respeto moral



Parece ser que Jesús Mosterín ha tenido a buenas obsequiarnos con otra entrevista, cuyo autor ha titulado: «Jesús Mosterín: Animales, respeto moral y compasión». Yo considero que habría sido más correcto titularlo de otra manera, como explicaré a continuación.

Las ideas de Mosterín acerca de nuestra relación moral con los demás animales ya las había comentado en un artículo anterior referido al tema de la tauromaquia, pero creo que es conveniente continuar analizando su posición, en tanto que refleja una forma de pensar muy extendida en nuestra sociedad.

Mosterín comienza la entrevista diciendo lo siguiente:

«El respeto moral, en general —no sólo hacia los animales, también hacia las mujeres o hacia los extranjeros— es reciente en el mundo occidental, cosa de los dos últimos siglos. Incluso la oposición a la esclavitud es reciente, empezó también hace unos dos siglos.»

La creencia de que debemos tratar a otros animales con respeto moral —esto es, que debemos respetar a los individuos animales y sus intereses como fines en sí mismos y no como medios para nuestros fines— no es reciente. Esta idea se puede remontar a los escritos de Plutarco y de Porfirio en la época de la Antigua Roma. En principio da la impresión de que no vamos a aprender mucho leyendo esta entrevista.

Lo que es reciente es que esta idea se difunda en la sociedad de forma masiva como está sucediendo ahora mismo. Esto ha ocurrido en gran parte gracias a la existencia de Internet, que ha permitido la libre difusión del veganismo y la filosofía de los Derechos Animales, saltando la censura impuesta por los círculos intelectuales, los medios informativos y, también, por los propios grupos animalistas que nunca tuvieron intención de que se cuestionara el especismo. Ahora la cuestión ya está en la calle y no puede ser ignorada por más tiempo.

Continuando con la entrevista, cuando le preguntan sobre la sintiencia en otros animales, Mosterín parece estar al tanto del dolor de los mamíferos, pero fuera de ahí afirma literalmente no saber nada:

«Respecto al posible dolor de las moscas, me parece que no sabemos nada; yo al menos no sé nada.»

Mosterín no se ha informado sobre la sintiencia en insectos, sobre la cual existen diversos estudios científicos. ¿No sería esto un caso de negligencia? Uno puede señalar razonablemente que no está seguro al respecto, o que no hay una total certeza sobre ello, pero decir que no sabemos nada o que no sabe nada indica que no se ha molestado siquiera en investigar sobre el asunto.

Más adelante, señala Mosterín que la idea de que sólo los humanos importan moralmente es una creencia cuestionable:

«Alguien podría pretender que un hombre, por el mero hecho de serlo, siempre es mejor y más valioso que un miembro de cualquier otra especie. Pero este especismo dogmático y arbitrario es una forma de grupismo tan inaceptable como el racismo, el sexismo o el nacionalismo. La ética racional es universal y tiene que valorar cada acto y cada individuo por sí mismo, en función de sus propias características; no en función del grupo al que pertenezca.»

Por supuesto, no deja de ser irónico que Mosterín denuncie una discriminación moral injusta —el especismo— y al mismo tiempo base su propio pensamiento en dicha discriminación, ya que considera aceptable que los humanos exploten a los demás animales:

«A mí no me escandaliza que la gente coma huevos o incluso carne de pollo, pero sólo a condición de que esos huevos y esa carne proceda de animales que vivan de un modo relativamente natural.»

Bueno, puede que a Mosterín no le moleste, pero ¿y a los animales? Parece que el criterio de Mosterín no se basa en lo que a los animales les importa sino que sólo tiene en cuenta lo que a él le importa. Si a él le molesta determinado abuso —por ejemplo, la tauromaquia— entonces esto está mal pero si otro abuso equivalente no le resulta molesta entonces no está mal. El hecho de que los otros animales deseen continuar existiendo, y no tengan ningún interés en sufrir y morir para ser comidos por nosotros, parece que a Mosterín le resulta irrelevante.

La ideología que aplica Mosterín a nuestra relación con los otros animales es lo que denomino como bienestarismo. Esta posición está basada en la filosofía del utilitarismo y determina que los animales no humanos no poseen un interés en vivir o en ser libres sino que sólo es relevante su bienestar, entendido como placer y dolor. En concreto, Mosterín defiende el bienestarismo en su versión clásica [expuesta por Jeremy Bentham] que afirma que sólo se deben prohibir determinadas crueldades consideradas extremas mientras que el resto de la explotación animal puede continuar, siendo reformada en sus condiciones:

«En España, la mayoría de los cerdos viven en condiciones deplorables, y esas explotaciones habría que cerrarlas. Sin embargo, el mejor jamón procede de los cerdos de Jabugo, que viven en semilibertad en las dehesas o grandes bosques de encinas, alimentándose de las bellotas que caen al suelo. Como se mueven mucho, están sanos y contentos y producen buen jamón.»

La industria de explotación animal seguramente agradece sus palabras y su apoyo a Mosterín. Ahora, si los animales estuvieran al tanto de la posición de Mosterín tengo muy serias dudas de que estuvieran de acuerdo con él en la idea de ser usados y matados para comida y otros fines. Si nosotros no estamos de acuerdo en ser tratados de ese modo no hay razón que justifique pensar que los otros animales pudieran estarlo. Ellos desean proteger su vida y evitar el daño, igual que nosotros. Mosterín sólo condena muy determinados abusos, como la tauromaquia, o la caza deportiva, pero no condena el resto de la explotación animal. Sin embargo, el uso de animales para comida, o vestimenta, representa un daño igual de gratuito que la caza deportiva o la tauromaquia.

Si bien todo lo dicho hasta ahora por Mosterín resulta profundamente problemático, todavía quedaba por ver la traca final que nos tenía reservada cuando le preguntan acerca de la postura abolicionista que rechaza las reformas de la explotación animal defendida por el profesor Gary Francione y que se opone al denominado »Bienestar Animal«. Esto es lo que dice Mosterín:

«Algunos veganos extremos, como Francione, hablan y actúan más como las sectas religiosas que como pensadores científicos y racionales. Cuando sostienen que cuanto peor les vaya a los animales de ganadería, tanto mejor para la causa del veganismo, su discurso recuerda demasiado al de los extremistas revolucionarios, que a veces decían que, cuanto peor les fuese a los trabajadores, tanto mejor para la revolución.»

Dejando a un lado lo poco elegante y honesto, por no decir otra cosa, que es acusar a Francione de pretender que los animales sufran, Mosterín demuestra un nulo conocimiento sobre el trabajo de la persona a la que atribuye intenciones indemostradas. Veamos por qué.

El 'Bienestar Animal' no es otra cosa que un sistema para hacer más eficiente la explotación de los animales no humanos para beneficio de los humanos. Éste es su único propósito. El bienestar de los animales es usado como un medio para favorecer la calidad del producto final y la rentabilidad económica de los explotadores. Es decir, el 'Bienestar Animal' es una herramienta para perpetuar la esclavitud animal a gran escala garantizando y mejorando su viabilidad comercial. Por ejemplo, en un artículo veterinario sobre 'Bienestar Animal' podemos leer lo siguiente:

«Durante el sacrificio, los animales están sometidos a una serie de actuaciones que pueden causarles sufrimiento, dolor y miedo. En primer lugar, son colgados por las extremidades posteriores para facilitar la salida de sangre de los vasos sanguíneos. Seguidamente son degollados, lo que provoca un extenso daño tisular en un área con gran cantidad de receptores del dolor. Por último, el rápido descenso de la presión sanguínea durante el desangrado se detecta rápidamente por el animal causándole miedo y ansiedad. Para evitar el dolor y reducir al mínimo el estrés y el sufrimiento es necesario aturdir a los animales para sumirlos en un estado de inconsciencia o insensibilidad antes de matarlos o de manera simultánea.

El sistema de aturdimiento más utilizado en aves es el eléctrico, por inmersión en baño de agua. En este sistema, los animales, aunque conscientes, se cuelgan por las dos patas en una cinta transportadora, con la ayuda de un gancho metálico. La bañera tiene un electrodo en el fondo de la misma longitud que el tanque de agua. Cuando la cabeza del animal, que debe estar completamente inmersa en el agua, entra en contacto con el agua electrificada de la bañera se genera una corriente eléctrica desde la cabeza del animal hasta los ganchos donde están las patas. Con este sistema se pueden aturdir varias aves a la vez.»

Esto es lo que apoya Jesús Mosterín. Esto es lo que rechaza Gary Francione. ¿Quién está en realidad apoyando el sufrimiento de los animales y quién lo está rechazando? Los humanos no necesitamos comer animales, ni tampoco usar animales para vestirnos y satisfacer nuestras demás necesidades vitales. Sin embargo, Mosterín consume animales,  por mero placer y costumbre, mientras que Gary Francione es vegano. Por tanto, ¿quién es el que está en realidad infligiendo un sufrimiento evitable a los animales? Creo que la respuesta es evidente.

Esa acusación contra los abolicionistas no es nueva. Los bienestaristas suelen alegarla cuando intentan atacar a la oposición abolicionista. El activista Dan Cudahy en su artículo «Diez Mitos del Neo-bienestarismo» respondía a dicha acusación de este modo:

«Los abolicionistas nos preocupamos por el sufrimiento de los no-humanos al menos en la misma medida, y probablemente más, que los neobienestaristas. Estamos de acuerdo en que menos sufrimiento es mejor que más sufrimiento. Nosotros simplemente negamos, desde un punto de vista racional y empírico, que el sufrimiento de los no-humanos pueda ser significativamente reducido mediante reformas y campañas bienestaristas en tanto sigan siendo considerados como propiedades legales y mercancías económicas.»

Calificar a los veganos como 'extremistas' por defender la misma postura moral básica que la mayoría de nosotros ya defendemos para los seres humanos —esto es, que nunca es moralmente aceptable tratarlos como objetos, meros recursos, o propiedad de otros humanos— no puede ser otra cosa que un caso claro de especismo: se discrimina moralmente entre humanos y otros animales sólo por ser catalogados en especies diferentes.

¿No resulta evidente que Mosterín asume el prejuicio especista que él mismo denunciaba? Mosterín discrimina a otros animales sólo por no ser humanos y no les reconoce el mismo respeto moral básico que a los humanos. Los demás animales son seres conscientes, son sujetos, y no tienen ningún interés en sufrir y morir para ser explotados por nosotros. Por tanto, no estaría justificado que la especie establezca ninguna diferencia relevante en lo que se refiere a la consideración moral.

Podemos comprobar que Mosterín no tiene reparos en calificar públicamente de asesinos a los toreros, y que tampoco los tiene en apoyar el especismo, la explotación animal, y continuar infligiendo daño y sufrimiento a los animales sin una razón que lo justifique. Los aficionados a la tauromaquia quieren seguir explotando animales para entretenimiento porque les gusta, sin importar que esto significa un daño innecesario e injustificado a los animales. Mosterín quiere seguir explotando animales para usarlos de comida, vestimenta, y otros fines; ignorando que esto conlleva un daño innecesario e injustificado sobre los animales.

¿Qué diferencia relevante hay entre la postura de Mosterín y la de los taurinos que critica? Para los animales, ninguna. En ambos casos siguen siendo explotados, esclavizados y asesinados. Para la ética, ninguna tampoco. En ambos casos tratan a otros animales como objetos y recursos para beneficio humano, discriminándolos del respeto moral sólo por no ser humanos. Esto es especismo.

Por todo esto es por lo que considero que un título más correcto para su entrevista sería »Jesús Mosterín: Contra los animales y el respeto moral«. Por supuesto, mi crítica no es contra Mosterín como persona —debería estar de más tener que aclarar esto— sino sólo sobre sus ideas que he comentado.

Hay posturas que pueden ser consideradas como animalistas en tanto que proponen cierta consideración moral por otros animales pero que en realidad van en contra de los derechos de los animales. Para comprender mejor este problema, puedo sugerir la lectura del artículo «Tres movimientos» en este mismo blog.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo en cambiar el título de esta entrevista. Algunas veces no se si ciertos animalistas están conscientes de lo que dicen o es una postura para quedar bien en ambos de la sociedad sin comprometerse con nadie. Esa postura me parece egoista y poco sincera. De sus aseveraciones respecto a que los animales en "semi" cautiverio sean felices, hemos hablado mucho en estos días, toda vez que lo proclaman muchos animalistas felicitando a establecimientos de comida rápida por decidir comercializar animales "felices". También hemos leído mucho acerca de animalistas defendiendo el derecho a asistir a una corrida de toros por el niño Adrián, ya que está enfermo de cáncer y es su "gran deseo" deseo, olvidándose del toro que también lucha por su vida. Esa doble "moral", si así se puede llamar, me molesta lo mismo que este señor Jesús Mosterín, a quién se le considera el hombre con mente más lucida en este tiempo, lo cual pongo en duda después de haber leído varias de sus entrevistas y publicaciones. Un saludo.

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  2. Mosterín además suele ser grosero y cuando debate en medios audiovisuales es violento.

    En definitiva, creo que no ha ayudado en absolutamente nada a los animales: promueve el bienestarismo (algo para lo que también dudo que haya convencido a nadie sin ideas previas), ataca el veganismo, cimienta la imagen de "los locos animalistas maleducados y ajenos a la realidad" e incluso consigue que muchos espectadores se pongan de parte de los toreros.

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