22 de julio de 2012

El rechazo a los diferentes


«En Papantla, un hermoso pueblecito de México, me despiertan a las seis de la mañana los gritos desgarradores de un cerdo al que van a degollar en una pequeña carnicería adyacente a pensión donde duermo. No puedo dejar de pensar en una distinción que me va pareciendo cada vez más importante, a medida que pasan los años: me refiero a la que se da entre lo que cabe llamar una ética de proximidad, o más precisamente una moral de proximidad (que resulta natural y “fácil” para el ser humano) y una moral de larga distancia, que nos plantea por el contrario, desde hace siglos, un enorme desafío.

El cerdito degollado por el carnicero en Papantla no forma parte de la comunidad moral local: no le asiste la protección de las normas morales vigentes. Si un prójimo/próximo, vecino humano y miembro de la comunidad de Papantla, hubiera emitido esos gritos terribles en medio de la noche, sin duda hubiera recibido ayuda de los prójimos/próximos que estuvieran por los alrededores. Pero el cerdito no pertenecía al “nosotros” sociológico-moral. Y ésta resulta una distinción clave, como veremos más abajo: el “nosotros” (sociológico-moral) frente a “los otros”.» ~ Jorge Riechmann [De una moral de proximidad a una moral de larga distancia, 2012]


Existe una discriminación igual de injusta que el racismo o el sexismo pero que permanece apenas advertida, hasta el punto de ser casi invisible. Es la discriminación en base a la especie: el especismo. Esto es, la idea de que es moralmente aceptable excluir de la igual consideración moral a otros individuos por el simple hecho de no pertenecer a determinada especie. La forma más predominante y extendida de especismo es la que discrimina a los animales que no pertenecen a la especie humana.

Otros individuos que no son humanos también poseen la capacidad de sentir, es decir, experimentan sensaciones [dolor, placer,...] y tienen intereses propios, como son el interés en vivir y evitar el daño. Son individuos que sienten y sufren y desean. Aunque no sean humanos; aunque tengan un aspecto físico muy diferente al nuestro.

Sentir es básicamente la capacidad de percibir sensaciones. Es la capacidad que general el fenómeno de la subjetividad — el hecho de sentir implica que es alguien el que experimenta algo. El fenómeno de la sintiencia es el fundamento de lo que denominamos conciencia. Es por esto que entiendo que todos los seres sintientes deberían ser considerados personas. Ellos no son cosas, no son objetos, sino que son individuos que tienen experiencias subjetivas. Luego podemos considerarlos moralmente como personas.

Ajustar el concepto de persona según el criterio de la sintiencia es ajustarlo a las cualidades inherentes del individuo en lugar de ajustarlos a un criterio relativo como la especie. No puede ser racionalmente válido defender que sólo son personas los seres humanos, o algunos de ellos, o solamente los individuos con cierto nivel de inteligencia.

Si lo que define básicamente al concepto de persona es su oposición al concepto de cosa, ya que todos los conceptos se construyen por delimitación y oposición, entonces el criterio racional que distingue la una persona sería la capacidad de sentir. Esta capacidad es lo que origina la subjetividad —el yo. Una persona es primordialmente un sujeto, es decir, un ser consciente que puede sentir y tiene intereses; lo opuesto a un objeto —algo que no siente ni tiene intereses.

Por otra parte, no existe ninguna razón que justifique que las capacidades cognitivas o el nivel de inteligencia tengan alguna relación con el criterio para ser moralmente considerado.

¿Por qué, por ejemplo, la capacidad de poder sumar y restar debería tener alguna relación con la consideración y el respeto moral que cada individuo merece por sí mismo? ¿Por qué alguien que tenga un coeficiente intelectual de 180 va a merecer más consideración, en términos éticos, que alguien que lo tenga de 50? No hay ninguna razón que lo justifique moralmente.

La inteligencia no afecta el hecho relevante de poder sentir, de experimentar dolor o placer, de tener intereses básicos, como el deseo de vivir, de continuar existiendo, y de evitar el daño. Por esto señala el profesor Gary Francione que:

«Es especista afirmar que la vida animal tiene un valor menor que la vida humana. Esto no significa necesariamente que debemos tratar a los no humanos del modo en que tratamos a los humanos para todos los propósitos. Significa, sin embargo, que para el propósito de ser tratado exclusivamente como un recurso para otros, todos los seres sintientes son iguales y no podemos justificar el tratar a ningún ser sintiente como un recurso.» [Gary Francione, Matar animales y hacer sufrir a los animales, 2011]

No es más injusto excluir de nuestro respeto a otras personas por el simple hecho de no ser de nuestra raza, sexo u orientación sexual, que excluirlas por no ser de nuestra especie. Todos los animales sintientes somos diferentes en muchas cosas. Pero somos iguales en lo más importante: todos igualmente sentimos, y, por eso, todos somos personas.

La discriminación especista viene determinada por el adoctrinamiento antropocéntrico que recibimos y la cultura en la que vivimos desde la infancia. Si bien, los patrones culturales pueden estar condicionados, a su vez, por una tendencia, tal vez inherente a nuestra naturaleza, a discriminar a los que no consideramos parte de nuestro grupo.

Parece que difícilmente podremos tener una idea clara sobre la consideración moral que los demás animales merecen mientras sigamos viéndolos como seres inferiores que existen para nuestro beneficio y sigamos utilizándolos de comida, y en general tratándolos como nuestra propiedad —como simples medios para conseguir nuestros fines.

Cualquier intento de justificar el especismo y la explotación de animales valdría formalmente para justificar el racismo y la explotación de seres humanos. Si hemos comprendido y superado el racismo —y otras formas injustas de discriminación y opresión— también podemos comprender y superar el especismo. Si comprendemos que esclavizar a los animales tan injusto como esclavizar a seres humanos lo justo es basar nuestra vida en la ética del veganismo.

6 comentarios:

  1. He dejado de comer animales por el amor que les tengo, por la compasión que sentí cuando vi los videos de los mataderos, pollerías, lo que les hacen a los gansos para el patë de foié, el daño que les producen a los cerdos, a veces estos animales quedaron vivos y no les impórta seccionarlos en pedazos, por eso, esto lo tomo como una religión, no puedo ser cómplice de la matanza de caballos, perros, vacas, etc.etc. porque ellos sienten como nosotros y quien me puede decir que sabe cómo siente si más o menos si mejor o peor, IGUAL SIENTE, por todo eso le agradezco a la vida el haber hecho que me de cuenta de que no puedo ser indiferente y que desde mi lugar puedo colaborar para que no sufran. NO COMIENDOLOS!!

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  2. El amor y la compasión son sentimientos muy loables, pero no debemos olvidar que el resto de animales merecen respeto tanto si los amamos y nos compadecemos de ellos como si no. Si respetamos tan sólo partiendo de la compasión podemos caer en la tentación de aceptar cosas que no nos resulten especialmente desagradables.

    Por eso no basta con dejar de comernos al resto de animales, sino que debemos también renunciar a todo aquello que suponga su explotación. Por justicia, sencillamente por eso.

    Un saludo.

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  3. Hola, Luis! Me interesa también el tema de sentidos y sentimientos. Y en primer lugar el sentimiento de hambre. Que es esto? Una necesidad o solo el sentimiento que podemos suprimir haciendo unos ejercicios. O tal vez es una imaginación de poetas y en realidad no sentimos el hambre sino razonamos la necesidad de consumir 22 elementos de la Tabla Periódica?

    Y que piensan animales de su hambre? Que sienten, pensando en una alimentación sana y equilibrada?

    Saludos desde Eldorado, Misiones, Argentina.

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  4. Hola. Intentaré responder a tu pregunta brevemente.

    Lo que denominamos con el término hambre es básicamente una sensación primaria que se produce en nuestro sistema nervioso y que es absolutamente necesaria para la supervivencia. Si no sintiéramos hambre no podríamos vivir, ya que no tendríamos motivación para comer y sin consumo de nutrientes no es posible el mantenimiento del organismo vivo.

    Entrar más detalle a explicar cómo se produce físicamente la sensación de hambre entraría dentro del terreno de la fisiología y la neurociencia. Te paso algunos enlaces al respecto que quizás te ayuden a aclarar tus dudas:

    http://www.taringa.net/posts/info/14827960/Donde-se-produce-el-tener-hambre.html

    http://www.iqb.es/dietas/hambre/hambre01.htm

    http://ocw.uniovi.es/file.php/26/Ingesta_de_Alimentos.pdf

    http://html.rincondelvago.com/motivacion_10.html

    Un saludo.

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    1. Hola Luis,

      ¿Qué piensas de la desnutrición? ¿es algo que debamos tener en cuenta o es un hecho de poca relevancia?

      Un saludo

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    2. Hola, Juna.

      Pienso que la desnutrición es un perjuicio muy grave para el que la padece. Puesto que la desnutrición conduce inevitablemente a la enfermedad o la muerte. Así que me parece que es una circunstancia tremendamente relevante para quienes se ven afectados por ella. La verdad es que yo diría que esto es algo bastante obvio. Aunque, en principio, no sé qué relación tendría ese asunto con el contenido de esta entrada.

      Un saludo.

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