8 de julio de 2012

Vindicación del dolor

Fisiología del dolor


«El dolor nos avisa, ciertamente, para no forzar nuestros músculos hasta romperlos. ¿Qué clase de conocimientos serían necesarios para comprender esto por medio de la razón? — Georg Christoph Lichtenberg


En esta nota pretendo exponer algunas reflexiones filosóficas acerca de la controvertida cuestión del dolor, con el fin de clarificar su naturaleza y valoración moral.

El dolor en sentido instrumental: el dolor como herramienta

Todos los animales que poseemos un sistema nervioso centralizado podemos experimentar sensaciones, somos seres conscientes, y entre esas sensaciones se encuentra la sensación de dolor.

Así, no se puede separar radicalmente el dolor como tal de la capacidad de sentir dolor, porque si tal cosa se pudiera hacer significaría que el dolor puede existir de manera independiente de la capacidad de sentirlo. Esto es absurdo e imposible, por lo tanto no se pueden separar radicalmente.


El dolor es ciertamente una experiencia subjetiva, pero para que exista dicha experiencia es necesario que haya previamente —entre otros requisitos físicos—un tipo de célula nerviosa y una descarga eléctrica específica en el organismo. Cuando hable objetivamente del dolor me basaré en estos hechos físicos que permiten la experiencia subjetiva del dolor.

Por esto, considero que se puede hablar sobre el dolor de forma independiente a la consciencia de sentir dolor de la misma manera que se puede hablar de la luz como fenómeno físico aparte de la percepción de dicha luz. Aunque obviamente no se puede hablar de la existencia del dolor independientemente separado de la capacidad misma de sentir dolor.

La capacidad para sentir dolor sirve primariamente para percibir lo que perjudica a nuestro organismo. Si perdiéramos la capacidad de sentir dolor entonces ya no podríamos detectar lo que nos daña. De ese modo nos causaríamos graves lesiones y finalmente la muerte. Es imposible para el organismo animal sobrevivir sin la existencia del dolor.

Según explica el psiquiatra Pablo Malo:

«El dolor es más que una simple sensación en el sentido de que incluye la motivación para hacer que se detenga, para pararlo. La función básica del dolor es común en todos los vertebrados, y probablemente en todos los animales que se desplazan, y no es otra que hacer que el individuo deje de realizar actividades traumáticas o que intente escapar de situaciones que producen daño.»

Sin embargo, la sintiencia se trata de un mecanismo imperfecto y por eso puede ocurrir que haya situaciones en que el dolor no nos resulte útil, especialmente debido a su grado de intensidad. En todo caso, el problema no es el dolor, sino una manifestación innecesaria y excesiva de dicho dolor para el propio individuo.

Me parece pues un error creer que el dolor es algo malo o negativo en sí mismo. O creer que tenemos un interés en evitar el dolor. Si realmente tuviéramos un interés en evitar el dolor nuestro objetivo sería eliminar el dolor en sí; no la fuente que lo causa: enfermedad, lesión, agresión. Otra cosa distinta es que haya cierta intensidad de dolor que nos resulte desagradable. Aunque esta intensidad depende mucho de la tolerancia subjetiva de cada individuo.

Según explica el profesor Gary Francione, el dolor y el sufrimiento son experiencias subjetivas que ha surgido evolutivamente para adaptar al organismo consciente al mundo externo:

«Los seres dotados de sensación usan las sensaciones de dolor y de sufrimiento para huir de situaciones que amenazan sus vidas, y las sensaciones de placer para buscar situaciones que fomentan sus vidas. Lo mismo que los humanos soportan a menudo dolores irresistibles para permanecer vivos, los animales no sólo los soportan a menudo, sino que se infligen a sí mismos dolores insoportables con el objeto de vivir —como cuando se roen una garra que ha quedado atrapada en una trampa. La capacidad de sensación es lo que la evolución ha producido para asegurar la supervivencia de ciertos organismos complejos. Negar que un ser que ha evolucionado hasta el punto de desarrollar la sensación no tenga interés alguno en permanecer vivo es algo absurdo.»

A partir de aquí podemos deducir, en contra de lo que habitualmente se dice, que en realidad no tenemos un interés en evitar el dolor. Lo que sí tenemos en todo caso es un interés en evitar todo aquello que dañe a nuestra vida. Y efectivamente puede ocurrir que cierto nivel de dolor puede ser malo para nuestra vida porque nos impida desarrollarla de manera satisfactoria. Pero lo mismo ocurre con la comida. Cierto nivel de consumo de comida puede ser perjudicial para nuestra vida al hacer que desarrollemos obesidad u otras enfermedades o trastornos. Pero suponer por esto que la comida es "mala" resulta una afirmación absurda. Tan absurda como decir que el dolor es "malo".

Por tanto, podemos ver que en realidad no tenemos un interés en evitar el dolor. Lo que tenemos es un interés en evitar lo que dañe nuestra vida. Y evidentemente un cierto grado de dolor es algo que puede perjudicar nuestra vida, y por eso tratamos de evitar o eliminar la fuente que lo provoca. O, si eso no fuera posible, entonces procuramos suspender nuestra consciencia de dicho dolor.

En conclusión, al contrario de lo que opiniones y doctrinas irracionales afirman, no es cierto que el dolor sea un misterio o un supuesto castigo divino. Ni tampoco es un hecho intrínsecamente malo o negativo. El dolor es un mecanismo fisiológico de alarma, indispensable para la supervivencia de los organismos animales que son sintientes. Así lo explica el profesor Antonio Damasio en relación al sufrimiento:

«¿Para qué sirve tener esos mecanismos preorganizados? ¿Por qué existe ese estado adicional de molestia, cuando bastaría con la imagen de dolor? Es una buena pregunta, pero la razón puede relacionarse con que el sufrimiento nos pone sobre aviso. Sufrir ofrece la mejor protección para la supervivencia, ya que acrecienta la probabilidad de que los individuos escuchen las señales y actúen para evitar lo que las causa o para corregir sus efectos.» [Antonio Damasio, El error de Descartes, Post Scriptum]

Sin dolor no hay vida sintiente. El dolor es parte inherente de la sintiencia y es necesario para el desarrollo y conservación de nuestra vida. La capacidad de sentir dolor existe porque es indispensable para la supervivencia y conservación del organismo sintiente

Sin embargo, esto no quiere decir que esté bien imponer sufrimiento a otro individuo sin su consentimiento para nuestro beneficio; de la misma manera que no está bien imponer una interacción sexual sobre otro individuos sin su consentimiento para nuestro beneficio.

No es razonable creer que el dolor es objetivamente "malo". Mas bien al contrario. Podemos juzgarlo como algo bueno. Es bueno para nosotros puesto que nos resulta indispensable para sobrevivir.

El dolor desde el punto de vista moral: el dolor no es un mal

Si la capacidad de sentir dolor es instrumentalmente buena [útil] porque es necesaria para poder vivir entonces por la misma razón el dolor debería ser calificado como beneficioso también porque es imprescindible para nuestra supervivencia. Entiendo que no son cosas esencialmente diferentes.

Ahora bien, lo que no sería correcto es que el dolor se utilizara para un fin que no fuera la conservación y continuidad de la propia vida, o para cualquier propósito que no fuera moralmente aceptable en tanto que utilizara a los individuos como simples medios paa un fin. Pero puede haber casos en que estuviera justificado infligir dolor ya fuera de manera deliberada —para impedir una violencia— o indirecta —para curar una herida.

También hay casos en que la sensación de dolor es algo moralmente bueno en sí mismo. El dolor que sentimos por el remordimiento de algo malo que hemos cometido es bueno. El dolor que sentimos al contemplar la realidad de la explotación animal también es algo bueno ya que nos ayuda a comprender en parte que nos encontramos ante una injusticia. El dolor sirve para ayudar a comprender lo que está moralmente mal a través de la experiencia personal y la empatía.

Aunque reconocer que el dolor es bueno en el sentido de que es indispensable para la continuidad de nuestra existencia no significa que esté justificado el causarlo sin una razón moralmente válida. Del mismo modo que reconocer que el alimento es bueno —porque es necesario para nuestra supervivencia— no significa que esté bien alimentar forzosamente a todo aquel que tenga la necesidad de comer, sin mediar su permiso o sin una razón justificadamente válida.

Por otro lado, es un hecho que violar o matar a alguien no implica necesariamente causarle dolor. Son actos que se pueden realizar sin causar dolor en el momento de hacerlo. Así que si decimos que lo que está mal es el hecho de causar dolor, o demasiado dolor, estaremos implícitamente aprobando todo tipo de crímenes, siempre que no impliquen causar dolor.

La subjetividad específica influye en la tolerancia al dolor. También influyen las circunstancias. Por eso, estimar el grado de dolor que siente alguien es difícil, cuando no imposible si se trata de la experiencia subjetiva. Más aún, resulta del todo inadecuado suponer que el dolor de los individuos se puede sumar entre sí como si fuera una cantidad. Así lo aclara C.S. Lewis:

«Suponga que tengo un dolor de muelas de intensidad X, y suponga que usted, que está sentado a mi lado, también comienza a tener un dolor de muelas intenso. Si quiere, usted puede decir que la cantidad total de dolor en el cuarto es, ahora, 2X. Pero debe recordar, que nadie está sufriendo 2X; busque todo el tiempo y todo el espacio, y nunca encontrará ese dolor compuesto, en la conciencia de alguien. No existe tal cosa como una suma de sufrimiento, ya que nadie lo sufre. Cuando alcanzamos el máximo que una sola persona puede sufrir, hemos alcanzado, sin lugar a dudas, algo muy horroroso, pero hemos alcanzado todo el sufrimiento que puede darse en el universo. Agregar un millón de personas que sufren, no añade más dolor.»

De todos modos, el supuesto grado de dolor es irrelevante cuando se trata de un dolor causado por una actividad inmoral como es, por ejemplo, la explotación animal. En este caso, cualquier dolor que conlleva la explotación de seres sintiente es igualmente indebido sin importar su intensidad porque no se puede justificar moralmente.

Por otra parte, existe la circunstancia de que hay personas —como es, por ejemplo, el caso de quienes padecen insensibilidad congénita al dolor o CIPA— que no tienen la capacidad de sentir la experiencia concreta del dolor aunque sí tengan la capacidad general de sentir. Esto, entre otras cosas, demuestra que el dolor es sólo una parte —un tipo de sensación entre otros muchos— de la capacidad de sentir. Luego se trata de un error creer que el hecho de sentir se reduce o limita a sentir dolor y placer, por muy supuestamente amplios que pretendan ser los significados de esos conceptos.

En todo caso, esas personas merecen el mismo respeto que las que podemos sentir dolor. Aparte del hecho de que no puedan sentir dolor, en tanto individuos que son, tienen los mismos derechos fundamentales que cualquier otra persona. Lo relevante no es el dolor. El requisito para ser reconocido como sujeto de consideración moral es la sintiencia.

En definitiva, no veo por qué el dolor tendría que ser descalificado como una experiencia negativa en sí misma. Existen diversas formas de experimentar el dolor. Dolor no es más que una palabra para designar sensaciones diversas. La sintiencia es un fenómeno muy complejo que no se ajusta a los esquemas maniqueos que algunos intentan aplicarle. Por esto no veo que el dolor sea necesariamente negativo o perjudicial en ningún aspecto, ya sea en sentido biológico o en sentido moral.

Si hablamos del dolor en forma de remordimiento, si lo que se pretende es simplemente eliminar el remordimiento entonces podemos recurrir a distracciones, a drogas, a racionalizaciones. Así actúa, por ejemplo, mucha gente para evitar la incomodidad de cuestionar su especismo. Pero se trata de un enfoque incorrecto. Lo que debemos eliminar es la causa del remordimiento, no el dolor que el remordimiento nos causa cuando hacemos algo moralmente malo. Así vemos de nuevo que el dolor puede ser una experiencia necesariamente desagradable pero que no es biológicamente perjudicial o moralmente mala.

La ideología que demoniza el dolor se basa en una idea errónea

A tenor de esto me gustaría señalar que las doctrinas como el utilitarismo que fundamentalmente buscan eliminar y erradicar el dolor y el sufrimiento, no solalmente se basan en presupuestos injustificados, sino que también implican violar los derechos individuales y no suponen siquiera una verdadera eliminación en el sufrimiento que causamos injustamente.

El bienestarismo es una aplicación del utilitarismo a nuestra relación moral con los demás animales, basada en una perversión del concepto de bienestar, mediante la cual se considera que el único hecho moralmente relevante es el "bienestar" en el sentido de evitar el sufrimiento o de conseguir placer. 

Creer que lo único relevante es "reducir o eliminar el dolor y sufrimiento" de las víctimas de la explotación animal —pero sin cuestionar en sí misma la explotación que padecen— sólo ha conseguido ayudar precisamente a perpetuar e incluso aumentar en número de víctimas la explotación de los animales, y con ella el sufrimiento indebido que provoca.

2 comentarios:

  1. Buenas Luis.

    Me encanta tu manera de profundizar en los temas, en plantearlo desde diferentes ángulos. En relación al vídeo, hay que ver lo mucho que nos gusta divinizarlo todo (sobre todo a nosotros mismos).

    Aprovecho para hacerte una pregunta aunque no esté directamente relacionada con el artículo: ¿Qué hay de los poríferos? ¿Son la excepción que confirma la regla de la sintiencia en todos los animales?

    Un saludo.

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  2. Qué tal, Igor. Muchas gracias por tu comentario.

    Me alegra que te haya agradado la forma en que he intentado enfocar el tema. La verdad es que inicialmente el texto original tenía el doble de extensión, pero hice un esfuerzo por sintetizarlo en todo lo posible. Aunque tengo la sensación de que quizás me haya quedado un estilo algo deslavazado y telegráfico. Pero lo más importante para mí es intentar dejar claro que la cuestión del dolor debe ser abordada desde una perspectiva racional y madura, y que hemos de abandonar todos esos prejuicios y supersticiones que acompañan a las tradicionales ideas sobre el dolor.

    En respuesta a tu pregunta, puedo decir que científicamente no todos los seres incluidos dentro de la categoría del reino animal - catalogados como animales - son sintientes. Puesto que no todos tienen sistema nervioso. El ejemplo que mencionas de los poríferos (esponjas) es uno de esos casos. Y es que la división entre animales y vegetales no radica en la posesión de un sistema nervioso, sino en otras características diferentes, como la capacidad de locomoción.

    Sería mucho más sencillo para nosotros que la ciencia catalogara dentro de la categoría de animales solamente a los seres sintientes, pero de momento no es así ni hay visos de que tal cosa vaya a ocurrir. Pero, en mi opinión, dentro del contexto moral, si tenemos claro que la sintiencia es el único requisito necesario y suficiente para ser incluido dentro de la comunidad moral entonces podemos hablar perfectamente de animales como sinónimo de seres sintientes; ya que aunque no todos los animales son sintientes, todos los seres sintientes sí son animales.

    Un saludo.

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