12 de septiembre de 2013

No soy un amante de los animales



No me considero un 'amante de los animales'.

He sentido un especial afecto personal por algunos animales con los que he convivido en mi vida privada, pero no amo a los animales en general, porque el amor es un sentimiento particular. ¿Cómo podría amar a individuos que ni siquiera conozco? En todo caso podría decir que intento ser respetuoso con todos los animales porque el respeto es un deber moral, basado en razones, que no depende de nuestras preferencias personales.

Yo respeto a todos los seres humanos, como personas que son, pero no por eso soy un 'amante de los humanos'. ¿Acaso si estoy en contra de la opresión patriarcal sobre las mujeres significa eso que soy un 'amante de las mujeres'?

Muchos que dicen amar a las mujeres no las respetan, porque el amor no es lo mismo que el respeto. El amor es un afecto personal que está sujeto a diferentes interpretaciones subjetivas según cada caso. En cambio, el respeto moral es una obligación objetiva basada en razones.

No me considero un amante de los animales. El amor no puede fundamentar la igualdad y el respeto hacia todos los seres sintientes. El amor es una preferencia afectiva. Es un sentimiento dirigido hacia determinados individuos que no se puede, ni se debe, obligar ni forzar. Además, al ser una inclinación emocional relativa a cada individuo no puede fundamentar la moral; la cual por definición debe ser universal.

Si bien es cierto que la palabra amor es polisémica y puede tener significados diferentes según el contexto y el sentido que le dé cada persona.

De hecho, yo creo el amor no tiene un significado propio sino que se usa para señalar diversos instintos y sentimientos. Sabemos que el amor hacia una madre es un sentimiento diferente del amor a la pareja, pero usamos la misma palabra para referenciar ambas actitudes.

En un texto fundacional del veganismo, titulado «Veganismo definido», Leslie Cross afirma que el veganismo se fundamenta en el amor, pero, si atendemos al contexto de sus palabras, no creo que se refiera a un sentimiento de afecto emotivo, como el que sentiríamos por un familiar o un amigo o una pareja, sino más bien a una preocupación empática por la vida, la libertad y el bienestar de los animales. Es cierto que algunos autores consideran el amor en un sentido de consideración moral. Por ejemplo, Martin Luther King, siguiendo la tradición cultural griega, distingue el amor en tres sentidos fundamentales eros, filia y ágape. El ágape sería un amor universal hacia todas las personas. Sin embargo, este último sentido no es el sentido habitual de lo que coloquialmente entendemos por amor.

El término amor suele hacer referencia a un sentimiento de afecto, aunque algunos autores usen este término en un sentido moral, como sinónimo de lo que nosotros entendemos como respeto o consideración ética, pero aportándole un aspecto emocional. Leslie Cross apela al amor en sus textos para señalar el fundamento del veganismo, pero el amor al que se refiere sería un amor diferente del amor filial o el amor romántico, y se trataría más bien de un amor moral, es decir, un deseo de que los animales no sean dañados y se les respete por lo que son en sí mismos, y no por lo que puedan ser para nosotros. 

No obstante, lo habitual es que el término amor se refiera a un sentimiento de afecto, que suele ser su significado habitual, y que no tiene relación con el sentido moral. Es a este sentido emocional al que me refiero principalmente en este ensayo.

Si la moral se basara en las emociones que siente cada persona entonces ni siquiera tendría sentido hablar de moral. ¿Cómo podríamos juzgar si una emoción nos conduce a una conducta éticamente correcta o incorrecta? Solamente podemos saberlo mediante criterios objetivos y universales, es decir, mediante la razón. De lo contrario, si la emoción fuera la base de la ética, caeríamos en el capricho y la arbitrariedad de que lo sintiéramos en cada momento. Así, no tiene sentido hablar de moral si todo se reduce a actuar subjetivamente por deseos particulares.

A menudo se utiliza el término 'amante de los animales' en sentido despectivo para descalificar a cualquier postura que pretenda defender la inclusión de los animales no humanos en la comunidad moral. Del mismo modo que antaño se llamaba 'amante de los negros' a los que eran contrarios al racismo. Los que somos contrarios, también, al especismo tenemos que recibir a menudo descalificativos provenientes tanto por parte de los más intransigentes partidarios de la opresión especista, así como por parte de algunos animalistas que todavía no han superado el prejuicio del especismo.

Sucede que cualquier prejuicio es compatible con el afecto personal. Alguien puede sentir afecto, o incluso amor, por aquellos seres que considera como inferiores o como simples medios para sus fines. Podemos sentir un gran afecto por objetos de nuestra propiedad, como sería una casa o un automóvil. Por eso sería un error creer que el hecho de sentir afecto hacia ciertos individuos no humanos implica o conduce necesariamente a respetarlos.

Podemos encontrar a muchas personas que se declaran amantes de los animales y que comen animales. Afirman amarlos pero no los respetan. No los respetan porque no respetan su individualidad y sus intereses al mismo nivel que los suyos propios. Los aman igual que aman sus pertenencias personales. Este amor sentimental no conlleva respeto, aunque tampoco lo excluya.

En nuestra sociedad actual, el hecho de 'amar a los animales' significa algo muy parecido a decir que uno 'ama los automóviles'. Es decir, la mayoría de la gente, debido a su prejuicio especista, considera que los animales son objetos o recursos que existen para nuestro beneficio. Se trata pues de un amor cosificador. Es el mismo caso que si un machista dijera: «yo amo a las mujeres». Esto no quiere decir que las respete, puesto que considera que las mujeres existen para servir a los varones y las utiliza para su propio beneficio sin tener en cuenta su voluntad ni sus intereses propios. Es un amor utilitario.

Hay otra razón por la cual el amor sentimental no puede ser un referente moral. Se dice a veces que no debemos perjudicar a los demás animales porque los amamos, pero ¿qué pasaría si no los amáramos? ¿Si alguien no ama a los animales significaría eso que está bien que los esclavice o asesine? Por supuesto que no.

La razón por la que debemos respetar a los demás animales se explica teniendo en cuenta el hecho de que poseen un valor intrínseco. Esto significa que los animales son seres conscientes —son individuos que tiene su propia voluntad e intereses, que no debemos quebrantar por razones instrumentales. Así lo explica la filósofa Priscilla Cohn:

«Al aseverar que los animales tienen un valor inherente, quiero decir que su valor es independiente de nuestros juicios respecto de su utilidad, belleza y así sucesivamente. Decir que los animales tienen un valor inherente significa entonces que su valor no es instrumental, o que no son meramente medios para nuestros fines humanos.» [Priscilla Cohn, Una concepción inherentista de los animales, 1999]

Ciertamente, el amor nada puede decirnos acerca de si lo que hacemos está moralmente bien o mal. Tampoco puede decírnoslo el odio, el asco o cualquier otra emoción.

La idea de los Derechos Animales no se basa en el sentimiento sino en las nociones objetivas de justicia y respeto por todos los seres sintientes, independientemente de su especie y de nuestros sentimientos acerca de ellos; sin importar si nos resultan simpáticos, bonitos o agradables. En lo referente a ser sujeto de consideración moral, el único requisito necesario y suficiente es la capacidad de sentir.

Podemos debatir sobre el papel del amor en nuestra consideración moral hacia los animales y hacia los humanos pero el punto central es que debemos respetarlos. Tanto si los amamos como si no, deberíamos respetarlos a todos por igual y no dar preferencia arbitraria a los intereses de unos frente a los de otros, ni tampoco tratarlos como objetos o recursos para satisfacer nuestras necesidades y deseos.

Nada de lo aquí expuesto pretende ser un alegato contra el amor sino que se trata sólo de una concisa aclaración: debemos respetar a los demás animales como imperativo moral y esta obligación moral no se basa en el sentimiento sino en el razonamiento.

Si bien es cierto que no somos seres puramente racionales y necesitamos nuestra parte emotiva para percibir y actuar en el mundo. Podemos prescindir del amor para fundamentar la ética pero tal vez no podamos prescindir del amor para actuar éticamente. 

5 comentarios:

  1. Muy buena publicación. Coincido plenamente con que no es necesario que te gusten o que quieras a los Animales, sino que les debemos Respeto y tenemos que generar Conciencia en toda la Sociedad para que los Derechos Animales sean parte de las normas Jurídicas, ya que para nosotros forman parte de las normas Morales

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  2. Hola, que tal?
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    1. Hola.

      La imagen no es mía sino que la encontré difunda por las redes sociales, pero desconozco su autor.

      Un saludo.

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  3. Buena reflexión. Para diferenciar "el amor a los animales" y "el respeto a animales".

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