9 de octubre de 2014

La demanda es lo que manda: Starbucks y el caso de las cochinillas


Hace unos dos años y medio (marzo de 2012) se descubrió que la cadena Starbucks utilizaba, en algunos de sus productos, un colorante que procede de la masacre de millones de insectos llamados cochinillas.

Como reacción, se organizó una campaña por internet para pedir a Starbucks que dejara de incluir esa sustancia. 




Esta iniciativa fue promovida principalmente por veganos, aunque también la apoyaban vegetarianos y gente no-vegana que simplemente le disgustaba la idea de consumir insectos. Finalmente, la campaña tuvo éxito y Starbucks retiró el ácido carmínico para sustituirlo por colorantes vegetales como el licopeno.

Hasta ahí los hechos tal cual.

¿Por qué me parece que este caso merece ser destacado? Tengo cinco razones para exponer.

* Primero; porque es un ejemplo de iniciativa no-violenta. No se atacó a nadie, no se acosó a nadie. Simplemente se les pidió que dejaran de hacer algo que implicaba explotar a otros animales. Los activistas no fueron a las cafeterías ni a la sede de Starbucks a intimidar a sus empleados o directivos, exigiéndoles agresivamente que cambiaran de conducta. Tampoco se insultó ni menospreció a nadie. 


* Segundo; los animales catalogados como "invertebrados" raramente suelen aparecer siquiera mencionados en las campañas animalistas, simplemente porque su aspecto y tamaño es muy diferente al nuestro. Sin embargo, contamos con evidencias de que ellos también son seres conscientes que sienten, sufren y desean vivir.  Y, al igual que el resto de animales nohumanos, son víctimas de nuestra explotación especista.

Según explican en la página de "Esto No Es Comida":
«La sustancia que da el color rojo al carmín es el ácido carmínico. Este colorante se obtiene secando las hembras grávidas al sol tras arrancarles por fricción las escamas cerosas blancas que las protegen de los rayos solares, es decir, son despellejadas y cocidas vivas. Una vez secas son trituradas para convertirlas en un polvo rojo.»

* Tercero; no todo es positivo, ni mucho menos. Starbucks también utiliza otras sustancias que provienen de la explotación de animales nohumanos; principalmente lácteos. Pero, al parecer, a nadie se le ocurrió ni siquiera mencionar nada al respecto. Es por eso que en su momento no apoyé esta iniciativa. Si una empresa explota a seres humanos no voy a pedir que solamente dejen de explotar a los humanos de una raza (o sexo) discriminando así al resto de víctimas que no fueran de esa raza (o sexo). En este sentido se trata de una campaña injusta y fallida. 

* Cuarto; la campaña consiguió su objetivo porque la actividad de Starbucks depende directamente de sus consumidores. Pero si, por ejemplo, hacemos una petición para que en una localidad determinada dejen de explotar a los animales nohumanos, eso no va a servir de nada porque en dicha localidad no dependen de nosotros para mantener y financiar sus actividades.

Una campaña de firmas no sirve si no hay una vinculación muy directa y dependiente entre los demandados y los demandantes. Por eso, entre otras razones, las campañas de firmas en general nunca suelen servir para nada bueno. Son un fraude. Son un engaño para hacer creer que estás haciendo algo positivo cuando en verdad no tienen ningún efecto positivo en la vida real. No es más que un negocio del que algunos pocos se benefician aprovechándose de las buenas intenciones de la gente.

* Quinto; si la iniciativa por el tema de las cochinillas hubiera sido promovida exclusivamente por veganos es muy razonable suponer que no se hubiera conseguido nada. Si tuvo éxito se debió a que otra mucha gente (no-veganos) también la apoyó, aunque sus motivos ni siquiera fueran morales. En nuestra cultura occidental, el consumo de insectos como alimento está muy mal visto, al igual que sucede con perros y gatos. Sólo ocurre que la gran mayoría de la gente ni siquiera sabía que las cochinillas se utilizaban en ese modo. 

¿Qué nos quiere decir este último punto? Que si los veganos queremos lograr algo, si queremos acabar con la opresión hacia los animales nohumanos, necesitamos ser muchos más individuos. Necesitamos ser, al menos, el 10% de la población para que esta situación comience a cambiar de verdad. Pero esto sólo se puede conseguir enfocando nuestros esfuerzos en el activismo educacional.

El motivo por el que explotamos a otros animales se debe al beneficio que obtenemos al dominar y destruir su libertad y su vida. Los tratamos como meros objetos: como simples medios para nuestros fines. La única forma de acabar con esta dinámica es conseguir que la gente deje de ver a los demás animales como seres inferiores que existen para ser nuestros recursos y empatice con ellos como seres sintientes que son. Sólo así podemos superar el prejuicio del especismo.

Concienciar sobre el especismo y difundir el veganismo es lo que realmente ayuda a los demás animales. Poner en práctica el principio abolicionista en nuestra propia vida y ayudar a los demás a hacer lo mismo. Esto es lo único que va a conseguir marcar la diferencia en el ahora y en el futuro próximo.

La explotación animal existe porque la sociedad demanda mayoritariamente esa explotación: se demanda carne, lácteos, huevos, miel, lana, zoos,.... Sólo cuando la demanda cese, la explotación dejará de existir. 

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