27 de junio de 2013

Thoreau y la cuestión del especismo



Podemos reconocer que al menos desde Sócrates, han habido muchos pensadores y filósofos totalmente alejados del ámbito académico. Uno de los más interesantes e influyentes de la época contemporánea es Henry David Thoreau. Mi intención en esta nota es mostrar qué podríamos aprender del legado de Thoreau en relación con el problema de la dominación especista sobre los animales no humanos.

Una noción fundamental que encontramos en los escritos de Thoreau es la oposición radical a la esclavitud de los seres humanos. También estaba en contra de que el Estado forzara a sus ciudadanos a cumplir con el servicio militar o a pagar impuestos con los que luego financiaba tanto la esclavitud como la guerra. Es por esto que se considera a Thoreau como un pionero —tanto teórico como activista— del movimiento libertario y la desobediencia civil. Aunque no tenemos que ajustarnos a ninguna doctrina concreta para comprender la universalidad de las nociones morales que encontramos en la filosofía de Thoreau.

Considero que la idea central en la filosofía de Thoreau es la de que no tenemos derecho a someter a otros individuos para nuestro propio beneficio. Tan simple como eso. En las ideas de Thoreau hay una acertado equilibrio entre libertad e igualdad, puesto que no puede haber libertad legítima si no es la igual libertad para todos y, asimismo, no puede haber igualdad legítima si no está basada en la libertad inalienable de vivir cada uno nuestra propia vida sin estar sometido a los deseos de otros. Todo esto resume en pocas palabras el rechazo a la explotación de personas, y el postulado a favor del valor inherente de cada individuo.

Por cierto ¿cuántas veces no habremos oído como argumento para intentar justificar alguna injusticia que toda esa actividad está regulada por ley? En contra de la idea de que algo está bien sólo porque sea legal, responde Thoreau con mucha elocuencia:

«¿Debe el ciudadano someter su conciencia al legislador por un solo instante, aunque sea en la mínima medida? Entonces, ¿para qué tiene cada hombre su conciencia? Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo [...]. La ley nunca hizo a los hombres más justos y, debido al respeto que les infunde, incluso los bienintencionados se convierten a diario en agentes de la justicia.» [Desobediencia civil y otros escritos]

El progreso se consigue en el contexto moral y en nuestras actividades diarias. Esperar justicia por parte de las leyes y los gobernantes, cuando los principios morales no predominan en la propia sociedad civil, es esperar en vano. Las leyes simplemente recogen las costumbres más generalizadas o los intereses de los grupos más poderosos:

«Yo no me enfrento con enemigos lejanos sino con los que cerca de cada cooperan con ellos y les apoyan, y sin los cuales estos últimos serían inofensivos. Estamos acostumbrados a decir que las masas no están preparadas, pero el progreso es lento porque la minoría no es mejor o más prudente que la mayoría. Lo más importante no es que una mayoría sea tan buena como tú, sino que exista una cierta bondad absoluta en algún sitio para que fermente toda la masa. Miles de personas están, en teoría, en contra de la esclavitud y la guerra, pero de hecho no hacen nada por acabar con ellas. » [Desobediencia civil y otros escritos]

Sin embargo, no necesitamos basarnos exclusivamente en la analogía entre el racismo y la esclavitud de seres humanos con el especismo y la explotación de los animales nohumanos. Ha quedado constancia de que Thoreau no era ajeno a que existía un problema moral en nuestra relación con los demás animales:

«Al margen de mi particular costumbre, no me cabe la menor duda de que es parte del destino de la raza humana, en su progreso, gradual, el dejar de consumir animales, de igual modo que las tribus salvajes dejaron de comerse entre sí cuando entraron en contacto con otras más civilizadas.» [Walden]

Ante la injusticia, el primero paso, el fundamental y decisivo, es lo que hacemos en nuestra vida. Todos y cada uno de nosotros. No esperemos que otros solucionen los problemas. Nosotros somos quienes debemos actuar, empezando por no participar en la injusticia. De esto trata la ética y la filosofía moral:

«No lo olvidemos: el sentido pleno y original de la filosofía no se limita al ejercicio del pensamiento, sino de la voluntad y del ser al completo. La filosofía es un método de progreso espiritual que aspira a provocar una transformación radical del sujeto.» [Cartas a un buscador de sí mismo]

Si nos importan los animales, si reconocemos que los animales poseen un valor moral, si realmente estamos en contra de la violencia contra los inocentes, entonces no hay otra opción coherente con esta posición que no sea asumir el veganismo. Todos decimos estar en contra de hacer daño a los animales sin una razón suficiente que lo justifique, pero no hay ninguna razón que pueda justificar moralmente la utilización de los animales. Asimismo, todos decimos estar en contra de dañar innecesariamente a los animales, pero resulta que el uso de animales no se puede calificar razonablemente como necesario. Así señalaría Thoreau:


Sólo cuando dejemos de consumir y explotar a aquellos que decimos respetar, podremos creer con honestidad que estamos consiguiendo un progreso real en nuestra relación con los demás animales. Thoreau nos recuerda la importancia decisiva de las acciones que consideramos nimias:

«Lo que importa no es que el comienzo sea pequeño; lo que se hace bien una vez, queda bien hecho para siempre.» [Desobediencia civil y otros escritos]

Thoreau ha sido la inspiración de importantes pensadores y activistas como Henry Salt, Tolstoi, Mohamas Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, y muchos otros. Ningún resumen puede sustituir la lectura directa de sus escritos, y la esperanza de que nos inspiren al igual que lo hicieron con todos aquellos que ayudaron al progreso moral en el mundo:

«Nunca es demasiado tarde para renunciar a nuestros prejuicios. No se puede creer firmemente, sin pruebas, en alguna forma de pensar o de hacer, por antigua que sea. Lo que hoy todo el mundo repite y acepta como verdadero, puede convertirse en mentira mañana, una mera opinión de humo que algunos creyeron fuera nube que daría agua fertilizadora para los campos. Tratad de hacer aquello que la gente antigua afirma ser imposible de realizar, y demostrad que sí podéis. Los hechos antiguos pertenecen a las generaciones antiguas, y los nuevos, a la nueva generación.» [Walden]

22 de junio de 2013

Veganismo es ética contra la opresión


«Como cualquiera que haya estado involucrado en cualquier tipo de activismo sabe —digamos el movimiento feminista— una de las primeras tareas es hacer que la gente comprenda que están viviendo bajo condiciones de opresión y dominación. No es algo obvio. Y quién sabe qué formas de opresión y dominación estamos simplemente aceptando ahora, sin siquiera notarlas.» ~ Noam Chomsky [Sobre el anarquismo, 1970]


Considero que la siguiente cita escrita por Rita Hardiman y Bailey W. Jackson describe correctamente el tipo de dinámica opresora que fundamenta la supremacía de los seres humanos sobre los demás animales:

«La opresión sucede cuando un grupo social, ya sea de manera deliberada o inconsciente, explota a otro grupo para su propio beneficio. La opresión social se diferencia de una situación de mera imposición por la fuerza bruta en que sucede dentro de un sistema cerrado donde existe un subyacente control ideológico, así como una dominación de las instituciones y los recursos de la sociedad, dando como consecuencia una legitimación social de la condición de privilegio del grupo explotador sobre el grupo explotado.»

Reconocer que esta supremacía se asienta en la creencia especista de que los humanos estamos por encima de los demás animales —y tenemos legitimidad para explotarlos— es necesario para poder comprender el origen y estructura de esta opresión. De lo contrario, si no tenemos en cuenta esa base ideológica, seguramente no podremos liberar a los animales de la esclavitud. Peor aún, lo más probable es que ayudemos a reforzar y mantener la opresión.

Debido a que parece que gran parte los activistas en su mayoría no comprenden este punto, podemos ver que casi todas las campañas que se pretenden en favor de los animales se centran casi siempre en los "horrores", los "abusos" y la "crueldad" que padecen las víctimas de la esclavitud. Todo lo que engloba en general el concepto de "maltrato animal".

Esa forma concreta de enfocar el problema de la explotación animal opera dentro de la mentralidad del antropocentrismo. Cuando hablamos de "crueldades" o de "maltratos" estamos dando a entender que el problema no está en el hecho de que utilicemos a otros animales sino que sólo se encuentra en la forma en que los utilizamos. Todas las iniciativas animalistas en contra de la crueldad y el maltrato parten de no cuestionar el especismo y la supremacía humana sobre los demás animales.

Nuestra violencia contra los animales es continua y sistemática. Sin embargo, los medios informativos y los grupos animalistas la muestran como un hecho excepcional —como un fenómeno que sólo ocurre en casos aislados, como cuando alguien apalea a un perro— que sólo ciertos individuos realizan, y no como una estructura organizada en la que todos estamos participando diariamente.

Es un hecho que actualmente la mayoría de las organizaciones animalistas resultan estar entre las principales promotoras del especismoEstas organizaciones se centran sólo en unos muy determinados animales no humanos, de ciertas especies, mientras que ignoran por completo al resto. Estas organizaciones no exigen que respetemos a los demás animales de la misma manera que debemos nosotros ser respetados sino que por lo general sólo piden que no explotemos a ciertos animales en formas demasiado crueles.

Uno de los fundadores del veganismo, Donald Watson, acertó de lleno al afirmar, en un comunicado del año 1947que lo que debemos hacer por justicia es renunciar por principio a nuestra tradicional y egocéntrica actitud de creer que tenemos derecho a utilizar a otros animales para nuestros fines y que, por tanto, deberíamos satisfacer nuestras necesidades mediante formas que no impliquen usar a otros animales.

En el año 1951, en respuesta al problema de cómo definir lo que era el veganismo, la Vegan Society decidió publicar un breve artículo en el que su vicepresidente de entonces, Leslie Cross, aclaraba finalmente la definición, ideales y objetivos del veganismo:

«El propósito de nuestra asociación y el significado de la palabra "veganismo", que hasta ahora han sido objeto de suposiciones y preferencias personales, ha sido finalmente definido como:

El objetivo de nuestro movimiento debe ser el final de la explotación de los animales por el hombre. La palabra "veganismo" significará la doctrina de que el hombre debe vivir sin explotar a otros animales.

El movimiento vegano se compromete a sí mismo en la búsqueda del objetivo de acabar con el uso de animales para alimentación, recursos, trabajo, caza, experimentación, y todos los demás usos que implican la explotación de la vida animal por el hombre.»

Cross veía el veganismo como un movimiento que "tiene su continuidad histórica con el movimiento que buscaba la liberar a los esclavos humanos". Por tanto, el veganismo significa buscar la liberación de los demás animales de la condición de propiedad a la que los hemos sometido.

Si somos fieles a la definición original de veganismo, sólo sería vegana aquella persona que se opone radicalmente a la explotación animal, es decir, que considera que nunca debemos tratar a los animales como medios para los fines humanos. No consumir productos de origen animal sería una consecuencia necesaria de asumir este principio ético

En un documento posterior, Cross sigue desarrollando el contenido téorico del veganismo:

«Y eso es precisamente lo que el veganismo quiere hacer. Quiere dejar a los animales en libertad: libres de la explotación por parte del ser humano, de la misma forma que en el siglo XIX lo hicieran Lincoln, Wilberforce y otros pioneros se propusieron liberar a los esclavos humanos.»

«El veganismo es esencialmente una doctrina de libertad. Busca liberar a los animales de la atadura del ser humano, y al ser humano de la atadura a una creencia falsa: la creencia falsa de que tenemos un derecho moral a considerar a los animales como medios para nuestros propios fines.»

El veganismo no denuncia la crueldad ni los abusos que ocurren en la explotación porque entiende que toda forma de explotación es igualmente errónea; y no sólo algunos de sus episodios o variantes. El veganismo no se opone sólo a la esclavitud "cruel" sino que pretende abolir la propia esclavitud sin importar la forma en que se lleve a cabo.

El veganismo desafía la creencia en la "superioridad humana" sobre los otros animales. El veganismo está pues en el extremo contrario a la dominación especista sobre los animales no humanos. El fundamento del veganismo surge del principio ético básico de que ninguna persona debe vivir sometida a nuestros deseos y necesidades.


En esencia, el veganismo no propone nada nuevo que el abolicionismo de la esclavitud o el feminismo no hubieran postulado ya en el pasado reciente respecto de los seres humanos. El veganismo entiende que la opresión tampoco es justa cuando la ejercemos sobre personas no humanas.

La controversia de fondo en todo este asunto se resumen en cuestionar por qué deberíamos preocuparnos por respetar sólo a aquellos individuos que son de nuestra especie. Si lo relevante es la individualidad y los intereses comunes que todos compartimos, ¿por qué poner el límite de consideración moral en la especie humana?


La capacidad de sentir no es exclusiva en los seres humanos sino que también es una cualidad de otros animales. Otros animales también son seres concientes con intereses propios.

Muchas y muy graves injusticias son cometidas por seres humanos contra otros seres humanos. Pero si nosotros mismos estamos participando activamente en la explotación de otros animales inocentes entonces, honestamente, ¿en que nos diferenciamos de quienes nos oprimen?


16 de junio de 2013

La moralidad de las adopciones



El propósito de esta nota es establecer la relación entre veganismo y las adopciones de animales —aunque el análisis valdría igualmente para el caso de seres humanos. Según mi experiencia, compruebo que hay veganos que no se han planteado hasta ahora si el hecho de fomentar las adopciones se trata de algo compatible con el veganismo, o en qué modo sería compatible.

Antes de nada, me gustaría aclarar un punto importante: las adopciones no equivalen al hecho de utilizar a otros animales como mascotas. La adopción de animales no humanos es equivalente a la adopción de niños humanos.

Cuando nos referimos a otros animales, ser una mascota significa haber sido criado y esclavizado para servir de compañía a los humanos, por encima de la voluntad y el consentimiento del afectado. Tratar a otro animal como una mascota es una cosificación sobre un individuo. En la época en que era legal la esclavitud humana, también se esclavizaban a seres humanos para servir de compañía y entretenimiento a sus amos.

Ante cualquier cuestión moral que nos surja sobre un tema deberíamos preguntarnos siempre si nos parecería bien que eso mismo se aplicara sobre seres humanos y sobre nosotros mismos: ¿Sería legítimo utilizar a los humanos como mascotas de la misma manera que utilizamos a los no-humanos? ¿Nos parecería correcto que alguien nos utilizara a nosotros como mascotas al igual que hacemos con los otros animales? El mascotismo es otra forma de explotación animal, lo que implica no respetar a los animales como individuos que tienen intereses propios.

Si reconocemos que los danimales merecen respeto —y nos tomamos en serio sus intereses— entonces no los utilizaremos para nuestros fines. Es legítimo cuidar de aquellos animales que ya estén bajo nuestra tutela, o que hayan sido víctimas de la explotación humana, pero esto se equipara a la adopción de niños o adultos con problemas, y no tiene que ver con el mascotismo que es una forma de explotación.

Ahora, retomando el punto sobre la moralidad de las adopciones, lo primero que deberíamos saber es que el veganismo no va por un lado y las adopciones por otro. El veganismo es el principio básico que debe regir nuestra relación con los demás animales en cualquier actividad. Por tanto, todas las adopciones en las que participemos deberían basarse en el veganismo también. Sin embargo, compruebo a menudo que están completamente disociadas por parte de veganos, quienes han incorporado el veganismo a su vida personal pero no a su activismo.

Hay que tener una cosa muy clara: si fomentamos la adopción por parte de gente que no va alimentar de manera vegana a los no-humanos que adopten —algo así como el 98% de los seres humanos— entonces estamos demandando directamente a que millones de animales sean explotados y asesinados. No se trata de algo indirecto o accidental, sino de algo deliberado e intencionado por nuestra parte. Esto no tiene justificación moral.

Algunas personas han alegado que de ese modo estaríamos "dejando morir" a los animales. Pero considero que esa acusación no es correcta. No lo es por dos razones muy básicas.

Primero; no somos responsables de que otros humanos hayan criado o abandonado a sus esclavos no humanos. Así que, por lógica, no podemos "dejar" lo que nunca hemos tenido previamente, ya sea una persona o un supuesto deber moral.

Segundo; no estamos en contra de la adopción sino en contra de la explotación animal. Adoptar no es un deber moral, pero quien desee hacerlo o fomentarlo sí tiene el deber de hacerlo desde el veganismo. De lo contrario, se está ayudando a unos pocos individuos a costa de explotar a miles de millones que no tienen culpa de nada.

El argumento de "dejar morir" se trata de la misma recriminación que han lanzado los bienestaristas durante las últimas décadas cuando decían que si los abolicionistas no apoyábamos las reformas bienestaristas entonces en ese caso estábamos "dejando sufrir" a los animales esclavizados. !Como si fuéramos nosotros los responsables de la esclavitud que padecen! Es una recriminación radicalmente absurda, puesto que, en primer lugar, los veganos no provocan la situación en que se encuentran  esos animales y, además, hasta ahora nunca se ha demostrado que dichas reformas en verdad reduzcan el sufrimiento de las víctimas, sino que meramente reducen el sufrimiento en la conciencia de quienes participan en la explotación animal. La postura bienestarista da por hecho que esas reformas mejoran el bienestar real de los animales esclavizados pero no tienen pruebas que avalen su creencia. tenemos pruebas, en cambio, de que esas reformas favorecen el consumo de animales.

Ahora bien,  el hecho de que nosotros no seamos directamente responsables de los abandonos no implica que debamos despreocuparnos de ellos pero tampoco sería legítimo atribuir una responsabilidad inexistente.

En modo alguno estoy proponiendo que rechacemos las adopciones en sí mismas, sino que, en el caso de que se realicen, se lleven a cabo con un mínimo de decencia moral —veganismo— y no a costa de explotar a otros animales. De lo contrario, solamente se tiene en cuenta los intereses de unos determinados individuos, mientras se ignora al resto. Al igual que si liberamos de su confinamiento a una víctima a costa de dañar directamente con ese acto a otros inocentes, estamos cometiendo un mal.

En el caso de que adoptemos a alguien, deberíamos saber que los perros son omnívoros. Y los gatos, aunque carnívoros, pueden ser alimentados con pienso vegano [pienso sin sustancias de origen animal] que les aporta todos los nutrientes que necesitan. También existe pienso vegano para perros y para visones. Otros animales también pueden ser alimentados sin necesidad de productos de origen animal. Es un hecho probado.

Si una persona está bajo nuestra responsabilidad o tutela —como puede ser el caso de nuestros hijos o de animales no humanos a los que hemos adoptado—entonces nosotros, y no ellos, somos los responsables de lo que hagan y de lo que coman. Somos responsables de que no hagan daño a otros ni a sí mismos.

Por lo tanto, tenemos la misma responsabilidad de no participar nosotros mismos en la explotación de animales a través de nuestras propias acciones o consumo, así como de no participar a través de lo que hagan o consuman las personas —humanas o no humanas— que estén bajo nuestra tutela.

Además de todo esto, debo señalar que las adopciones pueden beneficiar a algunos individuos pero no tienen relación con el objetivo de conseguir derechos para los animales no humanos. Las adopciones tampoco resuelven el problema de los abandonos y de los animales condenados a ser vagabundos en las calles.

Adoptando a no-humanos víctimas de la explotación especista podemos salvar a algunos de ellos. Pero esta medida no va a solucionar el problema que ha causado su desgracia y la de otros millones de animales inocentes. Sin tener en cuenta que si les alimentamos con productos de origen animal estamos participando en la explotación de otros animales.

La solución al problema de los abandonos es el veganismo: siendo veganos, y difundiendo el veganismo, podemos salvar a todos los animales de la explotación diaria a la que los sometemos, que es la causa originaria de problemas como los abandonos.

Al escribir esto no estoy pensando en algunas de las víctimas, sino en todas ellas. Pienso en lo que es justo y en cómo lograr que ya no haya más víctimas. Mi punto de enfoque se dirige a la causa del problema y no solamente a sus consecuencias.

Mientras los individuos responsables que forman parte de esta sociedad no comprendan la injusticia del especismo, y la rechacen, cualquier medida que tomemos que no incida directamente en la causa del problema será como intentar recoger todo el agua de lluvia con un vaso.

Si estamos de acuerdo en que todos los animales merecen el mismo respeto sin distinción de especie, y nuestro objetivo es lograr que dejen de ser explotados, entonces para lograr este objetivo en un futuro no demasiado lejano necesitamos enfocar nuestros recursos en el activismo educacional que consiga cambiar la forma de pensar y actuar de la gente.

Para terminar, quisiera aclarar que nada de lo expuesto pretende ser una recriminación contra nadie. Lo que expongo es nada más que un análisis crítico para ayudar que cada persona reflexione y tome su propia decisión teniendo en cuenta los hechos y los argumentos relevantes. 

Esto no es un alegato contra las adopciones sino sólo en contra de la explotación animal

En conclusión, adoptar a un animal que lo necesite puede ser una acción encomiable, sin duda, pero lo más importante en primer lugar es adoptar el veganismo en nuestra vida. De este modo dejamos de participar en la explotación de seres inocentes y estamos ayudando a millones de animales a conseguir su liberación.

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15 de junio de 2013

¿Es el veganismo una posición extremista?



En ocasiones se dice despectivamente que el veganismo es 'extremista'. ¿Qué hay de verdad en esta afirmación? Bueno, según interpretemos la afirmación puede ser correcta o incorrecta.

Para situar el veganismo como extremista habría que precisar respecto de qué posición se sitúa en el extremo opuesto. Si se trata de la posición que defiende la explotación animal entonces el veganismo es extremista respecto de dicha posición. El veganismo se define por su radical rechazo a que tratemos a los animales como medios para los fines humanos. Bajo esta perspectiva, el veganismo es extremista, pero ¿significa esto que el veganismo es algo malo?

Una posición que se opone radicalmente a la esclavitud humana es extremista. Esta posición está en el extremo opuesto a la posición que defiende la esclavitud humana. Oponerse radicalmente a la esclavitud humana significa que la esclavitud humana es del todo inaceptable. Esto es extremismo, sin ninguna duda. ¿Significa eso que oponerse radicalmente a la esclavitud humana es algo malo en tanto que se trata una posición extremista?

Supongamos por un lado una posición que defiende que está bien hacer con los animales todo lo que nos dé la gana. Creo que hay pocos defensores de la explotación animal que asuman esta posición. La mayoría considera que debemos poner límites y regulaciones sobre la utilización de animales. Al mismo tiempo, supongamos por otro lado una posición que defiende que es injusto ejercer cualquier daño sobre los animales, incluso aunque fuera en defensa propia o de manera accidental. El veganismo no defiende que cualquier daño sobre los animales sea moralmente inaceptable. Ni tampoco la filosofía de los Derechos Animales lo defiende. Entre aquellos términos planteados, el veganismo sería una posición intermedia; no extremista.

En conclusión, el veganismo sí es extremista si lo entendemos como un rechazo radical a la explotación de los animales, pero en esto no es más extremista que el rechazo radical a la explotación de humanos; un rechazo que la gran mayoría de la gente afirma asumir. Sin embargo, el veganismo no es extremista si lo entendemos como una posición intermedia entre defender el uso de animales y defender que es inaceptable cualquier daño sobre los animales.

El veganismo es igual de extremista que lo puede ser el feminismo o el humanismo, en tanto que ambas posiciones se fundamentan moralmente en el derecho fundamental a no ser tratado nunca como un objeto, un mero recurso o un esclavo.

Así pues, cuando alguien pretenda afirmar que el veganismo es 'extremista' sería conveniente pedirle que especifique a qué se refiere en concreto al afirmar tal cosa. Tal vez se lleve una sorpresa.

7 de junio de 2013

Los peces son seres sintientes



Teniendo en cuenta que la mayoría de evidencias y estudios que contamos acerca de la sintiencia en nohumanos, están centradas en mamíferos y aves, he decidido publicar una recopilación, no exhaustiva, acerca de la información que existe sobre la sintiencia en otros grupos de animales: peces, reptiles, insectos,...

Si bien todas las evidencias confirman que mamíferos y aves son seres de plena capacidad de sentir —tienen mente, conciencia, intereses, sentimientos— todavía hay personas que sigue cuestionando e incluso negando que sean seres dotados de sensación. Negar que estos animales son individuos conscientes es nada más que negar la ciencia y situarse por completo fuera del ámbito de la razón. Es decir, en el ámbito del especismo.

La reciente Declaración de Cambrigde manifestaba públicamente que la sintiencia de mamíferos y aves está científicamente demostrada, extendiendo también dicho reconocimiento a otras clases de animales —como los pulpos. Se afirma claramente que la ausencia de neocórtex o corteza cerebral no es impedimento alguno para el hecho de poder experimentar sensaciones, emociones y deseos. Estos argumentos serían válidos en general para todos los animales que poseen sistema nervioso centralizado.

Puede que haya alguna clase de animal cuyo sistema nervioso sea extremadamente rudimentario —como es el caso de los mejillones— y no esté del todo claro que sea un ser dotado de sensación. Pero esta objeción no es válida para peces, reptiles, insectos, crustáceos y todos los demás animales que poseen un tronco encefálico y ramificaciones nerviosas perfectamente desarrolladas para generar sensaciones, y, por tanto, la subjetividad —la existencia de un yo— y la conciencia.




Quienes niegan que otros animales, aparte de los humanos, sean seres dotados de sensación se situarían en la misma categoría que quienes niegan la evolución biológica o que la Tierra gire alrededor del sol. Esto son hechos comprobados. Al igual que la sintiencia en los no-humanos —o en los humanos también— no se trata de evidencias inmediatas, puesto que la única evidencia irrefutable que tenemos cada uno es nuestra propia sujetividad personal, pero son deducciones razonables al alcance del conocimiento de cualquiera que quiera conocer los hechos.

Diversos estudios científicos han evidenciado que los peces, al igual que los demás animales, también pueden sentir dolor:

«Los peces, por consiguiente, parecen dotados de la capacidad innata de experimentar estados negativos, como el dolor y el estrés, de un modo análogo a como los viven otros vertebrados.»

No se trata de una hipótesis o una suposición sino que hablamos de un hecho comprobado:

«Los peces disponen de nocioceptores, procesan las sensaciones dolorosas de forma compleja y su comportamiento se ve alterado por el dolor. Es decir, los peces son capaces de sentir el dolor físico. Pero no sólo ellos. Lo mismo sucede con los cangrejos, los langostinos, las sepias y los pulpos, como han demostrado experimentalmente otros investigadores durante la última década.»

Y si pueden experimentar la sensación de dolor entonces eso significa que ellos, al igual que los demás animales, pueden experimentar muchas otras sensaciones, pueden experimentar emociones y son seres conscientes que tienen intereses propios:

«Existe una idea popular de que los peces y los crustáceos no sienten dolor. Pero nuevas investigaciones sugieren que sí, al revelar que su sistema nervioso puede ser más complejo de lo que pensamos y que nuestra propia conciencia del dolor puede ser, evolutivamente, mucho más antigua de lo que sospechábamos.

Joseph Garner, de la Universidad de Purdue y sus colegas de Noruega, informaron que la forma de responder al dolor de los peces de colores se muestra que estos animales experimentan dolor conscientemente, en lugar de limitarse a reaccionar de manera refleja, como cuando una persona retrocede tras pisar una tachuela.

En el estudio, los biólogos hallaron que un pez de color, inyectado con una solución salina y expuesto a un nivel doloroso de calor, en un tanque de prueba, "flotaba" en un solo punto cuando regresaba de nuevo a su tanque original. Garner etiquetó esto como "miedo y conducta de evasión". Esta conducta, dice, es cognitiva, no reflexiva. Otro pez, después de recibir una inyección de morfina que bloqueaba el impacto del dolor, no mostraba un comportamiento así de temeroso.»

Si los peces sienten dolor entonces eso significa necesariamente que son seres conscientes. Tal y como explica el neurofisiólogo Derek Denton:

«Si consideramos un pez, como una trucha, tiene vías nerviosas —las vías espinotalámicas— como los vertebrados superiores. Cuando queda enganchada en la mosca o la cucharilla de un pescador, salta fuera del agua y sacude la cabeza, soltándose a veces del anzuelo y escapando. Tal vez esto es una reacción refleja al dolor y la sujeción, pero parece improbable que la maniobra de sacudir la cabeza sea resultado de la selección natural de un mecanismo de escape, ya que la pesca y los anzuelos son muy recientes para los peces. Sin embargo es posible que el pez desarrollara una conducta de sacudir la cabeza al capturar una presa. Es tal vez un conjetura plausible que el pez experimenta una restricción de sus intenciones y, como tal, se da cuenta de que algo sujeto a él y doloroso le está conteniendo. Se esfuerza por librarse del impedimento a su intención de ir en otra dirección, a donde esté su lugar de ocultación habitual.»

Si los peces son en efecto seres sintientes entonces la conclusión moral parece clara, y así lo señala el biólogo Culum Brown:

«Deberíamos incluir a los peces en nuestro 'círculo moral' y darles la protección que merecen»

O como también declara la bióloga marina Sylvia Earl:

«Tengo una especial empatía por los animales marinos, habiéndolos observado y conocido como individuos. Me doy cuenta de que, como con los humanos, los gatos, los perros y todas la criaturas, cada una de ellas, cada pez o cada estrella de mar, es única. Uno de los milagros de la vida es que cada cosa es diferente de otra, incluso los gemelos idénticos son diferentes”.

Ese aprendizaje ha marcado su mirada hacia la vida marina. “Cuando veo una red llena de peces no sólo pienso en toneladas de peces, sino que cada uno es un individuo y no le harías a un pez lo que no le haces a un gato o a un perro. He observado que son inteligentes, hacen elecciones, sienten miedo, dolor y si comprendiéramos lo que realmente son, quizás tendríamos una actitud distinta de mayor respeto. No digo que debamos glorificarlos, sino que respetarlos y tratarlos humanitariamente”.»

Ahora bien, una vez aclarada la cuestión propiamente empírica, aparece la cuestión de por qué debemos respetar a los seres sintientes, o por qué debemos tener en igual consideración su voluntad y sus intereses, se trata de otra categoría diferente. Ya no se trata de hechos puramente empíricos sino que entramos en una dimensión moral —dentro de la cual aparecen las razones

Esta es una cuestión que he tratado en diversas notas de este blog. En este caso, ya no nos limitaríamos a reconocer que los peces, y los otros no-humanos, están dotados de sintiencia, sino que también podemos argumentar que ellos son personas: personas no humanas.



Artículos relacionados:

- Sistemas sensoriales de los peces


4 de junio de 2013

Reformar la esclavitud no es un progreso moral




El filósofo utilitarista Peter Singer se posiciona de nuevo, en un artículo titulado «Progreso moral y bienestar animal», a favor de reformar la explotación de los animales no humanos y elogiando las medidas de 'bienestar animal'. Él afirma que:

«Intentar reducir el sufrimiento de aquellos que se encuentran completamente bajo nuestro dominio, sin poder defenderse, es verdaderamente un signo de una sociedad civilizada.»

¿Se puede calificar apropiadamente de civilizada a una sociedad que somete bajo su dominio a individuos que no han dado su libre consentimiento con el fin de utilizarlos como recursos? Hacer esto mismo con seres humanos se denomina esclavitud. Los animales no humanos son considerados esclavos de los humanos. No concibo la esclavitud como parte de lo que yo entiendo por una sociedad civilizada.

En otra parte del texto, Singer afirma que "se están mejorando las condiciones de vida y muerte" de los animales esclavizados. Es decir, lo que se está haciendo es reformar las condiciones de un sistema de esclavitud y matanza que nosotros mismos hemos creado. Estas reformas ni siquiera son un fin en sí mismo sino que el fin es conseguir perpetuar esa esclavitud consiguiendo que sea socialmente más aceptable y económicamente más rentable.

Afirmar en este caso que se mejoran las condiciones de vida y muerte no sólo no es verdad —puesto que los animales explotados siguen padeciendo una sistemática violación de sus intereses básicos— sino que además es un enfoque que ignora el hecho de que se trata de una situación deliberadamente provocada por nosotros, de la que somos responsables. Nosotros sometemos a los animales a condiciones de explotación y los matamos para nuestro beneficio. Después reformamos esta explotación para evadir nuestra conciencia y sentirnos mejor.

La idea de que reformar la esclavitud es aceptable, y que puede incluso puede servir para ayudar a la liberación de los animales esclavizados, considero que es errónea. Dejando a un lado el hecho de que no hay evidencia de que las reformas de la explotación animal mejoren el bienestar de los animales, el profesor y activista Gary Francione ha dedicado gran parte de su trabajo a explicar por qué reformar la esclavitud no puede conseguir abolirla:

«Hemos tenido "bienestar animal" por cerca de 200 años y estamos utilizando más nohumanos de las maneras más terribles que en cualquier otro momento de la historia humana. Esto no es una cuestión académica o teórica.

El hecho evidente es que el "bienestar animal" no funciona. Hasta el punto de que las medidas del "bienestar animal" de las que resulta una reducción del dolor y del sufrimiento, en general es solamente porque nos beneficia económicamente proteger algunos intereses animales.

Y ese nivel mínimo de protección es la única cosa que tenemos para mostrar, por todo el tiempo, la energía, y el dinero que generaciones de defensores de animales han invertido desde el siglo XIX. No tiene sentido alguno continuar persiguiendo la regulación del "bienestar animal" si abrazan una ética abolicionista.»

Si reformar la esclavitud es inmoral e inefectivo para respetar los intereses de los animales, entonces la única medida efectiva que puede ayuda a acabar con esa situación es la educación vegana. La educación vegana incrementa el número de veganos —y por tanto reduce la demanda y el número de víctimas de la explotación animal— y va construyendo una base social y cultural que es la clave para un cambio real hacia una sociedad sin especismo ni explotación animal.

El ritmo de la evolución social viene marcado por el grado de concienciación moral. Las leyes sólo recogen aquello que se considera aceptado por la sociedad como necesario para el buen desarrollo de la convivencia. Primero, surgen las corrientes de pensamiento sostenidas inicialmente por minorías que luego van siendo mayoritariamente aceptadas y difundidas en sociedad. Luego, estas nuevas ideas se plasman en iniciativas legislativas que los poderes públicos están obligados a cumplir y a hacer cumplir. Sólo de este modo se ha ido progresando. Ningún grupo vulnerable que haya estado históricamente en situación desfavorable o injusta ha conseguido cambiar ese estatus sin un proceso de concienciación social previo.

Reformar la esclavitud es inmoral porque consiste en participar en la promoción de algo que ya está mal de por sí. Además, estas leyes de reforma no protegen los intereses de los animales esclavizados porque ni siquiera garantizan sus derechos morales básicos, como son la libertad —libres de no ser explotados—, la vida y la integridad física. Tampoco se ha demostrado que ni siquiera reduzcan realmente su sufrimiento. Algo muy difícil de probar en todo caso. De hecho, todos los reportajes que se realizan sobre los nuevos sistemas de explotación "mejorada" evidencian que los animales son tratados de forma miserable y cruel.

Al contrario de lo que afirma Peter Singer, reformar la esclavitud no es un progreso moral. La reformade la esclavitud es sólo una forma de legitimar y seguir perpetuando el mismo mal. No hay progreso moral cuando se sigue considerando que estamos legitimados en utilizar a los demás animales en nuestro beneficio, a costa de sus vidas y su libertad.

Cuando se intenta hacer pasar la esclavitud como 'humanitaria' o compasiva —sólo por decir que pretende "reducir el sufrimiento"— nos encontramos ante un engaño cuyo objetivo es perpetuar la cosificación y explotación de las víctimas, eludiendo el conflicto moral que nos surge al reflexionar sobre lo que les estamos haciendo a los animales.

La primera y fundamental violencia que cometemos contra los animales considerarlos como nuestras propiedades, es decir, como esclavos. Mientras no erradiquemos esta visión de considerar a los otros animales como objetos y recursos para beneficio humano, resultará inútil cualquier propuesta que supuestamente pretende proteger sus intereses, porque sus intereses estarán siempre supeditados a los de los explotadores —los hechos lo demuestran continuamente. Por esto señala Joan Dunayer que

«Los bienestaristas dicen frecuentemente "yo apoyo cualquier cosa que reduzca el sufrimiento animal". A largo plazo, las medidas bienestaristas incrementan el sufrimiento porque legitiman la explotación especista y dan al público la falsa impresión de que las víctimas son tratadas de forma compasiva. Las medidas bienestaristas son en gran medida inútiles porque dejan a los animales en manos de sus opresores. El bienestar animal genuino requiere ser libre de explotación. En lugar de pedir una muerte o un confinamiento menos cruel, deberíamos promover el veganismo.»

Si queremos liberar a los animales de nuesta violencia contra ellos, debemos centrar nuestros esfuerzos en educar sobre veganismo.

Según vaya creciendo el número de veganos, no sólo en número sino también en influencia social, podremos en el futuro promover leyes que de verdad protejan a los demás animales y les reconozcan sus derechos.

Reformar la esclavitud es una forma de apoyar y perpetuar la esclavitud. La única opción justa es la abolición de la esclavitud. Esta abolición comienza ya ahora en nosotros —todos y cada uno de nosotros— rechazando participar voluntariamente en la explotación de los animales.